10:00 de la noche sábado 27 de octubre, llueve en la capital salvadoreña, comienzan a llegar al sector de la Plaza de las Américas mejor conocida como el monumento al Salvador del Mundo diferentes personas de distintos lados de la República de El Salvador, en su mayoría desde la zona oriental, acá, era el punto de reunión acordado en un grupo de whatsapp, quienes aseguran no saben como fueron agregados, ni como decidieron emprender y sumarse a la iniciativa, algunos le dan la suerte al destino y agradecen por ello. Las condiciones climáticas no les bajan el entusiasmo en lo más mínimo, todos se saludan y comienzan a presentarse uno por uno, a contar con los insumos que llevan, pues desde hoy son una nueva familia en busca de una oportunidad allá en la nación del norte.
De pronto alguien toma la batuta y los organiza, sugiere buscar un lugar seco en donde protegerse de la lluvia, y deciden cruzarse al otro lado de la plaza al costado de un negocio, la presencia de periodistas no les agrada, sin embargo este líder les pide un tanto de calma y les explica que el hecho que están por realizar es algo histórico. Instalados una vez en el lugar y con algunos medios ya publicando diferentes fotografías en sus redes sociales, líderes religiosos comienzan a hacerse presente en el lugar, a llevarles ropa caliente para que no pasen frio durante una de las noches más duras, sino es que la más dura que marcará un antes y un después no solo en su vida sino en la historia de El Salvador. Dentro de este grupo nos encontramos a María, ella viene desde Usulután junto a su esposo y su bebé de tan solo nueve meses. María, asegura que la idea de migrar hacia los Estados Unidos es un tema de agenda en el campo y que la oportunidad de hacerlo en grupo para ahorrarse el pago de coyote quien en una ocasión les pidió $10 mil dólares por llevar a toda su familia, era una ocasión que no podían perderse, decidiendo vender lo poco o nada que tenían en sus manos y que representaba algún valor.
“Muchos nos ven mal y nos dijeron antes de venir que no hiciéramos esto, que no moríamos de hambre. Que las tortillas jamás iban a faltar, pero solo uno sabe que es vivir en medio de mareros y pobreza. Solo el que no vive en medio de mareros y pobreza puede decir o hablar cosas feas en las redes sociales” dijo María.
12:10 de la madrugada, una mano amiga se presenta ante al grupo, es el reverendo Ricardo Cornejo de la Iglesia Luterana de El Salvador. Pero no llega con las manos vacías lleva una muestra de solidaridad representada en más de 100 pupusas todas con curtido, salsa y una soda de sabor Champán, el plato típico de un salvadoreño en un domingo, la diferencia de los migrantes es que tienen la incertidumbre de cuando volverán a saborear un mangar preparado exclusivamente en El Salvador, segundos antes de degustar todos los sagrados alimentos, los sentimientos encontrados al momento de elevar una oración comienzan a demostrarse, unos rompen en llanto, otros suspiran fuerte, unos cuantos llaman a los periodistas y comienzan a revelar varias de las razones por las que toman este camino.
“EEUU, es de todos, el chele trump no nos va a detener, y es que buscamos en EEUU las oportunidades que El Salvador no me pudo dar, y que yo sé que fueron culpas de todos estos gobiernos que solo nos usan, nos mienten, gobiernos que piensan que es digno vivir con un dólar o menos del dólar al día. Dicen que Sánchez Cerén manda dinero a Venezuela, pero porqué no manda dinero a las comunidades del bajo lempa que le servimos al presidente para que hoy sean un gobierno de corruptos (…)” manifestó Julio Fuentes, agricultor de 52 años.
4:00 de la mañana, es el momento de partir, la lluvia comienza cesar, pero quedan algunos rezagos, el nerviosismo se apodera del grupo, pero el líder del grupo lleva un mapa de El Salvador al estilo cromos educativos, bastante desgastado pero funcionará para guiarse hasta la frontera con Guatemala en su peregrinaje hacia Estados Unidos.