El Mundo de España, presento este día en un reportaje especial la historia del alcalde de San José Guayabal, Mauricio Vilanova, quien patrulla armado con sus hombres y usa una larga red de informantes secreta para confrontar a las pandillas. Esta no es la primera vez que el alcalde Vilanova se da a conocer internacionalmente, en otras ocaciones se ha observado reportajes en medios como Actualidad RT, La Tercera, Infobae, entre otros.
El ‘sheriff’ que combate a las maras en El Salvador
Darwin saca de su riñonera una pistola. La muestra y explica que es para protegerse. «Me han amenazado de muerte a mí y a mi madre. Yo les dije que no fueran cobardes, que vinieran a por mí pero no a por una anciana». Mueve entonces con soltura su silla de ruedas, se levanta la camiseta y se señala en el pecho las cicatrices de los cuatro disparos que le dejaron inmóvil. Él forma parte del equipo que trabaja bajo el mando de Mauricio Vilanova, desde hace 16 años alcalde de San José Guayabal.
Don Mauricio nos cita en una gasolinera de las afueras de San Salvador. Allí nos espera junto a Martín, su hombre de confianza y encargado de que no le vuelen la cabeza a su jefe como tantas veces las maras salvadoreñas le han amenazado. Ambos van armados. Cambian de coche y de recorrido por seguridad. Nos dirigimos al municipio que gobierna, San José Guayabal. ¿Está en guerra El Salvador?, preguntamos al subir al coche. «Sí, esto es una guerra. No hay plan de país, visión. Hoy nos sentimos mucho más amenazados que en los tiempos del conflicto», responde él.
En el camino, revirado y por momentos estrecho, pasamos por otros municipios y cantones previos a Guayabal. «Esta es zona de la MS [Mara Salvatrucha], esta de la 18 Revolucionaria, esta de la 18 Sureña», va narrando Vilanova, como quien narra un común cruce de fronteras. «Ahí hay una casa que tiene un problema enorme, está en el medio de la MS y la 18 y no sabe a quién debe pagar la renta (impuesto que exigen las maras en su territorio a vecinos y comerciantes)», señala Martín.
Luego, a la izquierda, nos indican un campo de fútbol para jóvenes «clausurado porque aparecieron hace poco de nuevo cuatro cadáveres abandonados en el terreno de juego» y, a la derecha, señalan una vereda que «ayer por la noche mis hombres cuando regresaban vieron una luz extraña de una moto en una casa, bajaron y tras intercambiar disparos detuvieron a un tipo y escapó otro que, parece, iban a ejecutar a un profesor». Nada lo cuentan con especial énfasis, ni modulando la voz. El coche avanza por terreno enemigo y en las guerras éstas son las historias normales.
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