El máximo jerarca de la iglesia católica, el papa Francisco arremetió contra los explotadores laborales llamándoles: «verdaderas sanguijuelas».
En una homilía basada en uno de los libros de la Biblia, el de Santiago concretamente; el religioso advierte que la teología de la prosperidad es una farsa.
Además añade, que el explotador laboral practica una forma moderna de esclavitud, haciendo valer de las necesidades de la gente pobre.
El papa fue más allá exclamando que la práctica de explotación laboral es un pecado mortal porque se vive de la sangre de la gente.
Francisco citaba abusos que se cometen en la trata de personas y en los empleos que son generados sin que los empleados reciban las prestaciones que como humanos se merecen.