El sábado 11 de noviembre de 1989 el país amaneció más tranquilo que de costumbre, los salvadoreños se desplazaron a sus puestos de trabajo y quienes no laboraban los fines de semana, como los empleados públicos, descansaron o se fueron de paseo, sin imaginarse que por la noche, comenzaría la más cruenta de las batallas lanzada por la guerrilla del FMLN, con la intención de tomar el poder por medio de las armas.
Cientos de guerrilleros bajaron del volcán de San Salvador y de otros bastiones rebeldes en las montañas del norte de Chalatenango, el cerro de Guazapa y otros lugares del país; los rebeldes se tomaron barrios y colonias de los municipios de la zona metropolitana de San Salvador, como parte de la ofensiva «Hasta el tope».
Fue un poco antes de las 8:00 de la noche cuando las columnas guerrilleras comenzaron los ataques guarniciones militares, entre estos las instalaciones de la Primera Brigada de Infanteria, en el barrio San Miguelito y el cuartel de la Guardia Nacional, que estaba ubicada sobre la carretera Troncal del Norte, a inmediaciones de la colonia Atalacatl.
Aquella batalla se extendió por un periodo de casi tres semanas, dejando cientos de guerrilleros, militares y civiles muertos, entre estos últimos se lamentó el asesinato de seis sacerdotes jesuitas y sus dos empleadas domésticas, a manos del ejército, la madrugada del 16 de noviembre, en el interior de la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas (UCA).
La ofensiva «Hasta el tope», si bien no logró el objetivo de tomarse el poder por medio de las armas, logró presionar al gobierno del entonces presidente, Alfredo Cristiani, para iniciar un diálogo con los rebeldes, que finalmente lograron poner fin a 12 años de conflicto armando el 16 de enero de 1992.