El Salvador conmemora este día el vigésimo quinto aniversario de los Acuerdos de Paz que pusieron fin a la Guerra Civil. Sin embargo, durante estos 25 años el país ha sufrido una epidemia de homicidios, según los parámetros de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
La OMS considera que una nación sufre una epidemia de asesinatos cuando se registran 10 muertes violentas por cada 100,000 habitantes. Desde la firma de los Acuerdos de Paz, la tasa no ha logrado ubicarse por debajo de los 30 asesinatos por cada 100,000 habitantes.
El Informe de la Comisión de la Verdad estima que la guerra civil salvadoreña, la cual duró 12 años, entre 1980 y 1992, cobró la vida de 75,000 personas. En ese periodo, la tasa rondó los 60 homicidios por cada 100,000 habitantes, según datos de la embajada de Estados Unidos en El Salvador. Durante los 25 años de paz, solo en nueve se registró un dato inferior al conflicto armado, indican datos del Banco Mundial (BM).
Las estadísticas del organismo internacional indican que a mediados de los años 90 se duplicó la tasa de muertes violentas en comparación con la registrada durante la guerra. Luego se redujo a 37 y 40 entre los años 2000 y 2003, durante la presidencia de Francisco Flores, quien falleció en 2016 en medio de un proceso judicial en su contra por supuestos delitos de corrupción.
En junio de ese año, Flores implementó el “Plan Mano Dura”, cuyo objetivo principal era desarticular a las pandillas, quienes incrementaron a partir del año 2000 sus actividades delictivas. En 2003, la tasa de homicidios tocó su punto más bajo de los últimos 25 años con 37.2 asesinatos por cada 100,000 habitantes.
Sin embargo, en el primer año del mandato de Elías Antonio Saca, la tasa de homicidios aumentó 26%, llegando a 46.8 asesinatos, pese a haber lanzado en agosto el “Plan Súper Mano Dura”. En 2005 y 2006, nuevamente, se superó el nivel reportado durante la guerra, y se alcanzaron 63.5 y 65.8, respectivamente. El plan de Saca daba continuidad al lanzado por Flores y tenía la misma meta: atacar las estructuras pandilleriles. En el reporte “¿Por qué Centroamérica es vulnerable al crimen?”, publicado en 2007 por la Oficina contra la Droga y el Delito de las Naciones Unidas (UNODC), se estima que en 2005 operaban en El Salvador cuatro pandillas que aglutinaban a 10,500 criminales, un promedio de 2,625 integrantes por organización.
Durante la administración de Saca, quien actualmente está detenido en las bartolinas de la División Antinarcóticos (DAN) a la espera de ser procesado por enriquecimiento ilícito, no se registraron disminuciones sensibles, pues la tasa de asesinatos se ubicó en 58.4 y 52.9. Asimismo, y según datos de la Fiscalía General de la República (FGR) y de la Policía Nacional Civil (PNC), desde la entrada en vigencia de su plan, el total de asesinatos comenzaron a incrementar hasta 2012.
El Gobierno de Mauricio Funes Cartagena, ahora asilado en Nicaragua y con acusaciones de corrupción en su contra, se caracterizó por la tregua entre las pandillas. Funes llegó a la Presidencia de la República en junio de 2009, año en que los asesinatos por cada 100,000 habitantes fue de 72.8.
Durante la tregua, la tasa de homicidios reportó niveles que no se veían desde hacía una década. La reducción fue bastante sensible, llegando a disminuir en casi 30, de 72.2 en 2011 a 42.7 en 2012, indican los datos del BM.
En 2013 se registró una nueva baja, teniendo 41.3 muertes violentas. Con la salida de Funes, cuyo Gobierno, según investigaciones fiscales, habría patrocinado la tregua, los asesinatos repuntaron al 64.2, superando la media registrada en la guerra.
El total de muertes también sufrió un incremento a partir de 2014, cuando Salvador Sánchez Cerén se convirtió en presidente. El año 2015 fue el más violento del presente siglo con 6,657 homicidios.
Aunque El Salvador ya no sufre un conflicto armado, la población ha señalado constantemente que los fenómenos relacionados a la inseguridad ciudadana, como las pandillas, son los principales problemas que afronta el país.
Entre 2004 y 2012, los salvadoreños señalaron a la criminalidad como el problema número uno de la nación, según recoge el Programa Estado de la Nación, de Costa Rica, en su informe “Estadísticas de Centroamérica 2014”. Los datos provienen del Barómetro de las Américas, reporte elaborado por el Proyecto de Opinión Pública de América Latina (LAPOP, en inglés) de la Universidad de Vanderbilt.
Solo en 2014, el Barómetro de las Américas indica que el 65.2 % de los salvadoreños identificó a la seguridad como el problema más importante,y el 18.6 % dijo haber sido víctima de la violencia en los últimos 12 meses; mientras el 25.4 % dijo haberse enterado de un asesinato en su vecindario.