Una de las joyas del fútbol mundial, el estadio Maracaná de Río de Janeiro en Brasil, se encuentra en el total abandono, y hasta cuesta creer que fue el escenario de la final del mundial 2014, aunada la inauguración y clausura de los juegos olímpicos Río 2016.
El color marrón se ha adueñado de casi todo el pasto, las pantallas ubicadas en cada uno de los puntos del estadio han sido removidas productos de saqueos y ni se digan las butacas que han sido arrancadas de los graderíos.
La zona de los vestideros se encuentra irreconocible, por lo cual los más de $500 millones que se invirtieron para su renovación de cara al mundial 2014, parece que se esfumaron en menos de dos años.
Según el administrador del recinto deportivo, los últimos juegos Río 2016, fueron como una enfermedad ya que el comité organizador de los olímpicos, entregaron el estadio en malas condiciones y solo ofreciendo la inversión de $130 mil para realizar trabajos de reparación.
El Maracaná ahora luce triste, deprimido y parece que en su interior circulan esas lágrimas de nostalgia, donde un día se concentró el corazón del deporte brasileño y mundial.