Casi seis meses han pasado para que se conociera algo que no era realmente grave. Que el vehículo de la Presidencia que atropelló a un motociclista llevaba a un nieto del Presidente de la República. No es que la muerte de un ser humano valga poco. Es que dadas las circunstancias del hecho, este no revestía de una gravedad que impactara el interés nacional. Una muerte por atropellamiento es un homicidio culposo, es decir, una muerte sin la intensión de causarla. No hay dolo, o sea, mala intensión.
La misma ley provee cierto tipo de arreglo legal que puede realizarse entre las partes. Entonces ¿Por qué todo el ocultamiento del caso? Un problema de tránsito elevado a secreto de Estado parece inconcebible. Ahora el problema se les complicó. Una cosa es un atropellamiento y otra cosa es alterar la escena de un hecho delictivo ¿Qué necesidad había de hacerlo? Se entiende que la tarea del Batallón Presidencial es preservar la vida y la integridad del Presidente y su familia. Bastaba con que sacaran al nieto de la escena del hecho sin alterar el escenario.
En todo caso, según lo que se conoce, el nieto no manejaba el vehículo. Ahora tenemos a un jefe de batallón implicado en un delito más grave, sin ninguna necesidad. Una implicación que puede afectar o destruir su carrera profesional. Nuestros funcionarios todavía no entienden que las cosas están cambiando en el país.
Que se acabó la época en que todo era oscuro y la función pública era secreta. No entienden que se están terminando los tiempos de la impunidad. Nuestros funcionarios actúan igual que antes y por ello están cometiendo muchos errores, que no son capaces de percibir hasta que el ojo de la opinión pública los ve y se les señala.
Lo más increíble es que esta conducta, al menos en este caso, proviene de quienes ofrecieron el cambio en el país. Proviene además de una persona cercana a la máxima autoridad del país. Por tanto esta actitud afecta la escasa credibilidad del Gobierno y de su partido. Esperaría que se aprendan las lecciones de este caso.
La impunidad que proviene del sector público está desapareciendo, no se puede actuar como antes, la oscuridad se termina. Además los subalternos deben entender que no pueden ejecutar órdenes ilegales. Si aprendemos las lecciones básicas de este hecho, en algo estaremos avanzando.
*Juan José Martel, analista político y secretario adjunto de Cambio Democrático (CD).