A las 11:30, según la versión oficial de la PNC, un pandillero jaló el gatillo en una calle del concurrido Centro de San Salvador. En un país donde en promedio 13 personas son asesinadas al día esto no importa. Tampoco los gritos, correr y esconderse, el olor a pólvora y sangre y la impunidad. Nada de eso importa
Lo que no me imaginó ese pandillero, es que esa bala acabaría con cinco vidas más, incluyendo tal vez la suya. El primer asesinado era un vigilante y sus compañeros juraron vengarse. Siguieron por las estrechas callejuelas, en medio de un tumulto de gente y de los abarrotados puestos a los que ellos consideraban mareros culpables del crimen y en medio de una confusión de balas quedaron cinco cuerpos más. Algunos dicen que eran vendedores, otros que compradores, la versión oficial dijo que eran pandilleros. Nada de eso importa.
En la tarde, se reportaba un nuevo asesinato. No era joven, ni hombre, como suele ser la mayoría de muertos en este país. No, era una anciana de 66 años asesinada en Cuscatancingo. Nadie sabe porqué la mataron, ni hay sospechosos capturados. Nada de eso importa.
En la noche, se cometió una masacre. Tres miembros de una familia fueron asesinados por pandilleros. ¿Fue por venganza?, ¿por ajustes de cuentas?, ¿por negar a pagar la extorsión? ¿por ser de una mara contraria? No se sabe y total nada de eso importa. Posiblemente, el crimen ni hubiera salido en los medios de comunicación, ni nos hubiera llamado la atención, sino es porque los asesinos – los pandilleros, los criminales, los terroristas – se toparon con la PNC y mantuvieron el único diálogo y negociación que podían tener: a balazos.
A los salvadoreños ya no nos importan los muertos, nos importa sobrevivir un día más. A los salvadoreños ya no nos importa las razones del porqué las pandillas matan, nos importa no darle una razón para que no nos maten a nosotros o nuestra familia. A los salvadoreños ya nos nos importan las autoridades de seguridad, total que todos sus planes son un fracaso. A los salvadoreños ya no nos importa el discurso de un político, porque tiene más valor una orden de un palabrero.
A los salvadoreños ya no nos importa nada, solo sobrevivir un día más.