A pesar de la crisis económica que ha llevado a tres millones de habitantes a emigrar, los venezolanos se esfuerzan por sonreír y divertirse desafiando la escasez tanto de alimentos como de medicinas y las fallas en servicios básicos como la luz y el agua.
En un país con un sueldo mínimo de alrededor de 6 dólares, una salida a la playa puede rondar los 15 o 20 dólares, según entrevistados por Reuters. Ese monto implica que muchas familias deben organizar la visita con meses de anticipación.
“Uno pone su mente en otro lugar”, dice Ramírez sobre el escape para disfrutar el mar. “Buscar la manera de pensar en otra cosa y no en lo que ocurre en el país”.
Hay quienes aprovechan las fiestas tradicionales como Semana Santa para recorrer templos, una actividad sin costo para muchos.
“Hacemos milagros para divertirnos”, comenta Joaquín Niño, de 35 años.