Las elecciones del 2019 no serán unas elecciones ordinarias porque, por primera vez, no hay un electorado ordinario, ni un mensaje ordinario, ni condiciones ordinarias, ni un candidato que no es ordinario: Nayib Bukele. Parece que todos los caminos nos llevan a unas elecciones extraordinarias, si el TSE no lo impide.
Si el cuestionado Tribunal Supremo Electoral de El Salvador permite la inscripción de Nuevas Ideas y de Nayib Bukele en las elecciones presidenciales del 2019, el tablero del ajedrez político nacional cambiaría sustancialmente, en beneficio de la democracia. Serían, en toda la dimensión de la palabra, una elecciones extraordinarias que moldearán en definitiva el panorama de El Salvador para las próximas décadas.
Primero, porque esta es la primera vez que la decisión está en manos de un público que no es ordinario: los millennials. Los nuevos salvadoreños no están amarrados a los rencores que dejó la guerra y consideran a las ideologías, ya sean de derechas o de izquierdas, como los remanentes de un pasado paleolítico. Los extraordinario es que los nuevos salvadoreños no estamos anclados al pasado, sino que primordialmente pasamos pendientes de los graves problemas que afrontamos en el presente y, sobre todo, de las soluciones que debemos trabajar como nación para el futuro.
Los mensajes ya no son ordinarios. Ya no basta hablar de la guerra, ni revivir los fantasmas del pasado. Mucho menos a ARENA le funciona el gastado discurso de ahí vienen los comunistas, ni mucho menos el FMLN hablar de los males que trae el capitalismo. Lo extraordinario es que veamos a atrás, que entendamos que desde 1992 hemos desperdiciado la oportunidad real de transformar a El Salvador y de que ir atajando los graves problemas a los que nos enfrentamos como nación. Lo extraordinario es que queremos oír soluciones, no a los mismos de siempre dándonos las excusas de siempre.
Los partidos ya no son ordinarios. Ya la gente se cansó de que una cúpula mueva las maquinarias electorales en beneficio de unos pocos. Los Lorena Peña, los Medardo, los Chico Merino, los Cristiani, los Paco Flores, los Parker, son los mejores ejemplos de una generación de políticos que se niega a desaparecer y que, en el peor de los casos, ya tiene una generación de relevo dispuestos a tomarles la batuta, como es el caso de Ricardo Velásquez Parker y de Ernesto Muyshondt, con los discursos, las mañas y las actitudes de siempre. Lo extraordinario es que hoy hay un candidato que ha roto con esos partidos, que ha dejado de lado el chantaje de las cúpulas y que deshechó el borreguismo que imponen las ideologías. Lo extraordinario es que ese candidato lidera todas las encuestas.
Los medios de comunicación ya no son los ordinarios. Adiós a las maderas de los periódicos que imponían agenda, adiós a las noticias de televisión en prime time que decidían elecciones. Lo extraordinario de estas elecciones es que los medios tradicionales, los periódicos impresos, han perdido el monopolio de la verdad, un dolor que aún no superan y que desesperadamente han tratado de retomar atacando a Nayib Bukele.
Lo ordinario hasta la fecha es que prevaleciera el mantra de que tu ladrón es peor que el mío. Tanto el FMLN como ARENA estuvieron al frente de gestiones ruinosas, sumidas en el oscurantismo y con manejos opacos del dinero público. La partida secreta ha sido la mina de oro personal de los 4 gobiernos areneros y, por lo menos, del primer gobierno del FMLN. Lo extraordinario es que la gente ya se cansó de eso, ya se dio cuenta que el país está mal porque las extremas solo han buscado su propio bienestar. Lo extraordinario es que la gente ya se cansó de ser un “hueso duro”, un “camiseta sudada”, y antes de sudar prefiere pensar.
Lo ordinario es que el TSE esté intentando todo, bajo viento y marea, que no pase lo extraordinario. Y lo extraordinario es que un movimiento ciudadano rompa al fin el bipartidismo. Lo extraordinario es que un candidato joven esté muy por encima de todos en las encuestas y que los candidatos de las cúpulas no levanten números, por más dinero que se le inyecte a sus campañas. Lo extraordinario es que, por fin, haya alguien que no habla para la izquierda ni para la derecha y que haya sacudido a un electorado ansioso de soluciones a los graves problemas nacionales.
Todos los caminos nos llevan a una elección extraordinaria.