Estamos en medio de una campaña mediocre con candidatos mediocres y con ideas mediocres. Y el rosario de tonterías parece no tener fin. Todos los fines de semanas hay fotos de candidatos pintando un par de casas; un brillante que se le ocurre regalar cd pirateados; otra que se le ocurre regalar cakes con su cara a un grupo de niños; y, en el mejor de los casos, la ayuda llega a un par de láminas sacadas de fondos municipales.
Ese es el síntoma superficial de un grave mal que aqueja a nuestro país: la ausencia de un debate político serio y responsable entre las personas que aspiran a ser nuestros gobernantes. El síntoma más grave de la falta del debate es la carencia de planes e ideas serios, sostenibles y efectivos para solucionar los graves problemas del país como son la falta de empleos, seguridad, educación y salud.
Desde hace más de 2,500 años, los griegos debatían para escoger a sus gobernantes. En sociedades de países desarrollados como Estados Unidos, Francia, Inglaterra y España es impensable que un político aspire a ganar sin necesidad de debatir. En El Salvador, los políticos mediocres saben que es impensable que ganen si debaten simplemente porque no tienen una buena gestión que defender, ni nuevas ideas para proponer.
Los salvadoreños no queremos votar, queremos elegir. Votar significar tener que decidir entre opciones mediocres, entre partidos llenos de corruptos y nombres cuestionados. Votar significa escoger entre A o B ideología, aunque estas sean obsoletas. Votar significa que tenemos que escoger por una bandera política, no importando sus actuales dirigencia ni sus obscuros pasados. Elegir significa escoger entre los políticos que mejores propuestas han preparado, independiente de su partido y de sus ideologías.
Cuando una campaña se basa en pintar casas, en hacer caravanas que sólo atrasan el tráfico, cuando lo único que se propone es ensuciar la ciudad con pinta y pega y cuando la mejor idea es regalar camisetas y huacales, es cuando más importante es que exijamos un debate político serio. Lo que los salvadoreños queremos ver es debates serios sobre las ideas y soluciones para los graves problemas del país y de cada uno de sus municipios.
Que no les quepa duda que un candidato que no quiere debatir es porque tiene poco que proponer y mucho que esconder.