Lo único que damos por cierto los salvadoreños con la muerte de Gustavito es que las máximas autoridades de la SECULTURA y del Zoológico Nacional nos han mentido descaradamente y ocultado, de forma deliberada, las verdaderas razones por las que perdió la vida el animal.
Ayer, las declaraciones de la Fiscalía General de la República, desvirtuando de principio a fin que Gustavito fue atacado con picahielos y hierros afilados, sonaron como una fuerte bofetada en la cara de todos los salvadoreños que nos habíamos sentido identificados e indignados con el trágico destino del caso. Lo peor de todo, es que ya miles de salvadoreños se cuestionaban en redes sociales la veracidad de la información, debido a las innumerables incongruencias que salían día a día a la luz.
En todo caso, las autoridades del Zoológico Nacional y de SECULTURA no sólo fallaron en su intento de ocultar la verdad, sino que con su mentira lo único que lograron fue dañar y dinamitar la ya desgastada imagen del país. En su intento de proteger sus cargos políticos, tanto el director del Zoológico, Vladlen Henríquez, y la secretaria de Cultura, Silvia Elena Regalado, violaron repetidamente la visión que ellos mismos tienen en SECULTURA. Por si se les ha olvidado es “la conservación, fomento, salvaguarda y difusión de la cultura y el arte, caracterizada por la transparencia y el compromiso social”.
En otro desesperado intento de desviar el caso, se enfrascaron en una discusión con el alcalde de San Salvador, que había sido uno de sus mayores detractores por el mal manejo del caso.
SECULTURA falló a su visión de fomentar a través de la cultura la “esencia de nuestro pueblo”. Porque lo único que logró es, ante la imagen internacional, es vendernos como un pueblo salvaje, bárbaro y tan deformado por la violencia que hasta no tuvimos piedad de torturar y dejar en agonía a un pobre animal. Gracias a SECULTURA, El Salvador es ahora un peor país que una semana antes.
Señor presidente de la República, Salvador Sánchez Cerén, si tan aferrado siguen ellos a sus cargos, háganos un favor y pídales la renuncia en nombre de todos los salvadoreños que hemos pasado de la incredulidad, el dolor a la indignación de saber que se nos ha mentido.
No sólo Gustavito tenía patas cortas, también las tenía las mentiras de SECULTURA.