Mauricio Funes y Tony Saca robaron y saquearon más de 700 millones de dólares. Un dineral con el que se pudo haber construido hospitales como el Rosales y hecho escuelas, mejorado la UES, pagado el sueldo a más policías y comprado más medicamentos. Es tanto lo que robaron, que si la caravana estuviera conformada por 5 mil personas, le corresponderían 120 mil dólares a cada uno. #DevuelvanLoRobado
«El gobierno de El Salvador insistirá en que la única forma de reducir los niveles de violencia y delincuencia en la región es apostándole a la construcción de un modelo económico y social que combata la pobreza y la exclusión», decía en el 2012, Mauricio Funes, en la Cumbre de las Américas. Pero mintió, y mintió con descaro. El presidente que simbolizaba el cambio, la esperanza, la idea de un nuevo futuro terminó convertido en un asilado en Nicaragua, protegido de una dictadura como la de Ortega y acusado de haber saqueado al estado con más de 300 millones de dólares. Funes se convirtió en aquello que tanto había jurado combatir.
Es verdad que, por el momento, la caravana de los migrantes está conformada mayormente por hondureños. Pero falta poco, muy poco, para que este país escupa una columna de gente de miles de personas buscando un futuro mejor en Estados Unidos. La respuesta parece un cliché: van huyendo de la pobreza, escapan de la violencia, pero en los últimos días nos hemos dado cuenta de la verdadera respuesta. Esa gente, nuestros hermanos, huyen de la corrupción a las que nos han tenido sometido los últimos gobiernos.
Las historias son fáciles de contar. Se le pone un nombre, una edad y un caso. Por ejemplo, Carlos, de 21 años, quien huye para salvar su vida porque se negó a entrar a las maras y ahora sus vecinos pandilleros lo quieren matar. Carlos huye de la violencia, pero también huye porque Saca y Funes robaron tanto que nunca se pudo invertir en seguridad.
Beatriz, 38 años, tiene 5 años de no encontrar trabajo y una madre con una enfermedad grave. Huye a Estados Unidos buscando un mejor futuro para su familia y, sobre todo, porque quiere mandar dinero para que su madre pueda comprarse las medicinas. Beatriz huye de la pobreza, pero también huye porque Saca y Funes robaron tanto que nunca se pudo invertir en hospitales.
Ana, 15 años, huye de su casa donde su padrastro la viola desde hace años, lleva a su “bendición” en brazos. Ana huye de la violencia sexual pero también huye porque Saca y Funes se robaron tanto dinero que nunca se pudo invertir en educación sexual o en un sistema judicial que la protegiera.
David, 9 años, huye solo, su familia vive en la extrema pobreza y donde vive no hay escuela. Le da miedo que lo recluten las maras y quiere conocer la tranquilidad en Estados Unidos. David huye de la falta de oportunidades pero también huye porque Saca y Funes se robaron tanto dinero que nunca se pudo invertir en educación y en buenas escuelas.
Y así podríamos contar la historía de José, María, Pablo, Isabel, Jennifer y 5 mil nombres más. Porque Mauricio Funes y Tony Saca robaron y saquearon más de 700 millones de dólares. Un dineral con el que se pudo haber construido hospitales como el Rosales y hecho escuelas, mejorado la UES, pagado el sueldo a más policías y comprado más medicamentos. Es tanto lo que robaron, que si la caravana estuviera conformada por 5 mil personas, le corresponderían 120 mil dólares a cada uno.
Funes y Saca no robaron sólo 700 millones, le robaron la oportunidad de superarse, de estudiar, de trabajar, de tener salud, a miles de salvadoreños.
#DevuelvanLoRobado