Si uno lee una a uno los nombres de los miembros de la Comisión Política del FMLN, parece la alineación perfecta del “dream team” de los políticos peor evaluados por los salvadoreños: Medardo González, Norma Guevara, Benito Lara, Nidia Díaz, Manuel Melgar, Sigfrido Reyes, Lorena Peña, José Luis Merino y, en el trono de esa lista, el actual presidente Salvador Sánchez Cerén.
El desastre del elecciones recién pasadas tiene nombre y apellido, no hay que hacer mucho análisis para llegar a esa conclusión. La Comisión Política hizo campaña con un solo objetivo: perder. Y lo logró a la perfección, porque perdieron 8 diputados, pasando de tener 31 diputados a 23, con eso dejaron ir de sus manos el control de la mayoría simple y, a menos que mostraran una astucia inaudita, muy probablemente ya no tengan acceso a la presidencia del órgano legislativo.
La Comisión Política del FMLN perdió 15 alcaldías, incluyendo a San Salvador, su gran apuesta estratégica. Lo peor es que fue una derrota ante un candidato con tan pocas credenciales como Ernesto Muyshondt, que entre sus principales logros fue ser el mediador de Arena con el crimen organizado y las pandillas. La abultada derrota en la capital que sufrió la Comisión Política fue el resultado de expulsar a uno de los pocos líderes con credibilidad en el partido, el actual alcalde Nayib Bukele.
La Comisión Política del FMLN perdió casi 400 mil votos en apenas 3 años, es decir un desplome del 43% menos. Si fueran una empresa privada, si se les midiera por resultados, sin duda hubieran sido despedidos por tan mal desempeño. El fenómeno Nayib les pasó factura, pero no sólo eso. La Comandancia Política siguió pidiendo voto por bandera, ignorando que el peor lastre que puede tener el partido… es la marca del FMLN.
ARENA no ganó porque fue mejor, porque diera mejores propuestas, porque conectara con los salvadoreños, porque tuviera mejores candidatos. ARENA ganó porque los salvadoreños le dieron un voto de castigo a una dirigencia del FMLN anacrónica, desconectada de la realidad, con decenas de fracasos a cuestas, con el sabor de que desperdiciaron una oportunidad de oro de cambiar el destino del país, que solo fueron una prolongación de la corrupción y los males que nos dejó ARENA.
El FMLN debe de apostarle a la renovación de forma urgente si quiere tener una mínima posibilidad de ser un competidor en las elecciones presidenciales del otro año. Pero se ve difícil, viendo el discurso anacrónico de la comandancia donde todo se transforma en una batalla ideológica donde o sos bueno o sos malo. Y en esa eterna batalla no se dieron cuenta que si hay alguien malo en el cuento, esa es la Comisión Política. Los pocos vientos de renovación son borrados sin contemplaciones. Óscar Ortiz, el actual vicepresidente, lo quiso hacer hace una década y fue pisoteado. Aún hoy, se le ve con ojos de traidor y se murmura tras su espalda
El FMLN tiene dos caminos. El primero es una revolución interna, donde toda su actual dirigencia, toda su Comisión Política, de un paso a un costado y permita nuevos liderazgos. O el segundo, es que siga buscando culpables externos, construyéndose enemigos imaginarios como Nayib Bukele y termine muriendo como un partido pequeño, como la tercera fuerza política en las presidenciales del 2019. ¡Revolución o Muerte!