La red de explotación sexual a la que pertenecía el locutor Maximiliano González, conocido como el Gordo Max, así como Ernesto Regalado, Salvador García y Luis Marroquín, engañaba a las menores de edad diciéndoles que obtendrían trabajo como edecanes o modelos con altos salarios, pero en realidad las prostituían.
La estructura ofrecía las jóvenes a sus clientes a través de llamadas telefónicas, aplicaciones de mensajería instantánea y redes sociales. Una vez pactado el trato, las entregaban en parqueos de gasolineras y de centros comerciales de San Salvador.
De esta manera, se podía comerciar con la virginidad de algunas jóvenes. Posteriormente, debían pagarle una comisión a la red.