No me apena decir que no sé mucho acerca de lo que paso en Guatemala aquel 15 de Septiembre hace 200 años. En el colegio me enseñaron que ese día nos convertimos en País, pero poco a poco me he dado cuenta que poco tenemos del País que pretendimos ser al momento de «liberarnos». Estoy de acuerdo con que ese día se nos abrió la puerta para poder conocer la palabra progreso; para perseguirlo y para alcanzarlo. Por primera vez, entramos en una visión independiente con sabor a autonomía.
Por alguna razón, creo que nos ganamos nuestra libertad pero no sabíamos como ser libres. Aún así, empezamos a caminar ese camino de libertad y cada año lo hemos ido recordando como una fiesta cívica. Nos han dicho que llevamos 200 años independientes, y nos hemos tragado el cuento.
Ante los ojos del mundo, se nos considera independientes. Somos republica, tenemos estado, voto ante la ONU y todo eso que tienen esos que también dejaron de ser colonia. Pero muchos sabemos que de independencia; poco o nada tenemos.
Para nadie es nuevo que es muy especifico a aquello de lo que dependemos. Llámese remesas, suministro eléctrico, granos básicos, cooperación extranjera, vacunas e incluso capital humano.
¿Entonces qué será aquello que estamos celebrando?
Sencillo.
Celebramos el inicio de una nueva era como país. Creo que por primera vez vamos caminando con visión de futuro. La gente ya entendió que no se trata de esa Acta de independencia, de ese -pacto- de paz, de esos partidos gemelos, de ese pacto con terroristas o de cómo nos unimos en repudio a los nuevos «Nicas». No se trata de ese sistema inútil al que llamamos SICA, tampoco del nulo uso que se le dio a ese parlamento de Centroamérica. Se trata de cruzar -de forma irreversible- la línea entre el pasado y lo que viene.
Y la mejor manera de cruzar esa línea es entendiendo que El Salvador, no tiene excusa para no desarrollarse. Porque El Salvador es más grande que sus problemas y ya despertó al saber que eso que nos tenia atado no lo vamos a aceptar más.
Este es el momento en que como País que busca su verdadera independencia tenemos que arriesgarnos a hacer más, a ser más. El precio por estar equivocado es menor al precio por no hacer nada. Poco a poco vamos tomando vuelo para ser un país más valiente. Un claro ejemplo de ello es que ahora ya no se ignorará a nuestra diáspora. Volverán a “ser salvadoreños” al poder elegir a sus líderes. Esta política de inclusión electoral asusta a unos pocos y con justa razón.
Ahora que vivimos el primer bicentenario recordemos todo el tiempo que nos tomo el alcanzar la primavera democrática que ahora gozamos.
Que en los próximos 200 nos convirtamos en el país verdaderamente independiente que merecemos ser porque aquella nación que siempre busca grandeza, alguna vez la encuentra.
Paolo, pero el bueno.
Referencia / https://twitter.com/paolojchica