Mercados capitalinos, problema y solución (Segunda parte)

Por Redacción UH

Geovani Galeas

La globalización económica, las nuevas tecnologías, el crecimiento vertiginoso de las ciudades, las nuevas legislaciones medioambientales, la expansión de los hipermercados y otros formatos comerciales, entre otros factores, han transformado los patrones tradicionales de comercialización y de preferencias de los consumidores. Es en ese contexto que los mercados populares comenzaron a perder competitividad y entraron en crisis de obsolescencia en todo el mundo.

El especialista en mercados, Alonso Gordón señala que” los mercados municipales desempeñan un papel trascendental en la vida económica, social y cultural de las ciudades; ya que tiene capacidades para crear riqueza y empleo, generar zonas de convivencia social y contribuir a mejorar la calidad urbana”; y la Unión Mundial de Mercados atendiendo a estas potencialidades impulsa la renovación de ese concepto para adaptarlo a las exigencias de la modernidad y recuperar la competitividad perdida.

Se trata de una renovación radical que involucra desde el diseño hasta la construcción, operación y administración de nuevos mercados populares basados en la réplica de las mejores prácticas y sometidos al estricto cumplimiento de los estándares internacionales de calidad y eficiencia.

En San Salvador la situación es más complicada, porque el sistema municipal de mercados está al borde del colapso pero en medio de una profunda crisis más general que, sobre todo, se expresa en la economía, la inseguridad pública y el desprestigio galopante de la institucionalidad.

En la primera parte de este trabajo señalamos la causa fundamental de esta crisis: un modelo económico básicamente injusto que nos heredó la derecha, pero que la izquierda no ha podido cambiar en lo sustantivo en sus casi ocho años de gobierno.

Y en este punto es muy importante comprender, más allá de una serie de incompetencias administrativas o burocráticas puntuales, la razón principal del incumplimiento de la promesa de cambio por parte del FMLN. Lo que ocurre es que, en realidad, la implementación efectiva de un programa político renovador solo es viable si se cuenta con una correlación de fuerzas favorable. Y este no es el caso.

El empate catastrófico

En las últimas elecciones presidenciales el FMLN solo obtuvo unos seis mil votos de ventaja sobre ARENA. Con esa diferencia tan exigua se gana pero difícilmente se gobierna. Para efectos prácticos, sobre todo en una atmósfera de extrema polarización política, tal situación se traduce en una especie de empate catastrófico de suma cero en el que gobierno y oposición tienden a neutralizarse mutuamente. Ese es un juego en el que uno u otro bando pueden ganar alguna pequeña ventaja ocasional, pero en el que siempre pierde el país en su conjunto.

Es decir que hubo alternancia en el control del gobierno pero no hubo cambio. Aquí es necesario recordar que algunos pensadores definen la crisis como ese momento en que lo nuevo aún no se asienta y lo viejo aún no se marcha.

Pero ese empate catastrófico solo opera en relación al FMLN y ARENA. El estado de las fuerzas cambia sustancialmente si se toma en cuenta al resto de partidos representados en la Asamblea Legislativa y se agrega, además, el predominio económico y mediático de los poderes fácticos. En ese marco la correlación de fuerza favorece con mucho al campo de la derecha.

Para colmo, el cuadro de conjunto es aún mucho más complejo y hasta dramático según los datos que revelan las mediciones de opinión pública.

Con pequeñas diferencias, que se diluyen dentro del margen de error, todas las encuestadoras señalan que la ciudadanía ha perdido la confianza en las instituciones, ninguna de las cuales resulta aprobada, y creen que el rumbo del país es equivocado. Asimismo advierten que el desprestigio mayor recae sobre la clase política en general, sus partidos y sus dirigentes.

Los partidos pequeños, en su conjunto, ni siquiera rebasan el 2 % de aceptación, en tanto que ARENA y el FMLN, se han empantanado en un empate técnico por debajo del 20 % de las percepciones positivas.

Y aquí viene el dato fundamental para nuestra interpretación. En medio de ese panorama francamente desalentador, todas las encuestas sin excepción colocan al actual alcalde de San Salvador, Nayib Bukele, cono el líder político mejor valorado, con un índice de aprobación popular que oscila entre 69 y 77 puntos porcentuales. El político que le sigue más de cerca es el actual vicepresidente Óscar Ortiz, pero con una distancia de más de 20 puntos y, según la más reciente medición de CID Gallup, Ortiz aparece ya con 42 puntos por debajo de Bukele.

Como la base de la correlación de fuerza es la aprobación popular, los números de las encuestas explican por qué el FMLN, teniendo el control del gobierno central, pero en franca minoría legislativa, no ha podido cumplir su promesa de cambio. En el Parlamento, para las iniciativas que requieren de mayoría simple, el FMLN debe pactar con los partidos pequeños, que son todos de derecha; pero para las iniciativas estratégicas que requieren mayoría calificada necesita del voto de ARENA. En definitiva, se trata de un gobierno débil con muy poco margen de maniobra.

Pero esos mismos números también indican que Nayib Bukele es por ahora el único dirigente político con el suficiente respaldo popular como para poder implementar su programa de reordenamiento y modernización de San Salvador, aún sin los votos de los concejales de ARENA. De hecho, de los 580 acuerdos tomados en la alcaldía durante su gestión, ARENA solo ha apoyado cuatro.

La solución

En este contexto, el programa integral de reordenamiento y modernización de San Salvador prometido por Nayib Bukele, y del cual forma parte la construcción de nuevos mercados ajustados a los estándares internacionales de calidad y eficiencia, ha podido ser puesto en curso y avanza a pesar de la oposición de los concejales de ARENA.

El pretexto tradicional de la clase política para no hacer nada siempre ha sido la falta de recursos económicos. Y ciertamente un proyecto integral de reordenamiento y modernización de la capital es tan caro que sería incosteable por la vía de las concepciones tradicionales. Pero Bukele ha buscado y encontrado nuevas alternativas, de las cuales el modelo de financiamiento para la construcción de los nuevos mercados constituye un buen ejemplo. Sobre todo porque sin invertir un solo centavo, la comuna se convierte en propietaria de tres nuevos mercados modernos, dos en el centro histórico y uno en la colonia Escalón.

La base del proyecto, que ya está aprobado y en curso, es el asocio público-privado. La comuna capitalina ha formado una Sociedad de Economía Mixta con un socio estratégico que pondrá el capital y se encargará de la construcción, operación, administración y mantenimiento de los nuevos mercados mediante un contrato de servicios de treinta años de vigencia. La alcaldía solo aportará los terrenos, que ya son de su propiedad.

El socio estratégico recuperará su inversión y obtendrá sus ganancias, a mediano y largo plazo, a partir del rendimiento que produzcan los mismos mercados bajo su propia administración, por lo que está prácticamente obligado, so pena de perder su dinero, a que estos sean siempre de calidad, eficientes y competitivos. Durante y después de la vigencia de dicho contrato de servicios, los mercados serán propiedad de la alcaldía.

Pero lo más importante de este proyecto no es ese novedoso y efectivo modelo de financiación, sino el hecho de que creará unos cien mil empleos, sumados a los cerca de 30 mil más que crearán los otros proyectos de reordenamiento y modernización de la ciudad capital. Por añadidura, el proyecto además contempla la formalización y bancarización de los vendedores, librándolos del azote del agiotismo al que ahora están sometidos en su mayoría, e impactando positivamente a la vez el rubro de la recaudación fiscal.

Al estar diseñados, construidos, operados y administrados bajo el estricto cumplimiento de los estándares internacionales de las mejores prácticas, esos nuevos mercados serán competitivos, seguros y confortables y dignificarán por igual a vendedores y compradores. En paralelo a la iluminación plena de la ciudad (que ya es una realidad), a la remodelación de plazas y parques (que ya está en curso), y al resto de proyectos de reordenamiento y modernización anunciados, este proyecto contribuirá de manera sustantiva y concreta a mejorar la calidad de vida de los capitalinos.

Al final, y volviendo al plano político de la cuestión, llegamos a una doble conclusión lógica: es este tipo de obras lo que explica la excepcionalidad del liderazgo de Nayib Bukele que se manifiesta en todas las encuestas sin excepción alguna.