Más de 60 muertos deja incendio forestal en Portugal

Por Redacción UH

Por lo menos 62 personas han muerto, intentando huir de un feroz incendio forestal que devasta, desde el fin de semana, las colinas de los pueblos de Pedrogão Grande, Figueiró dos Vinhos y Castanheira de Pera, en Portugal.

Las autoridades portuguesas han encontrado este domingo al menos una docena de vehículos calcinados y varios motoristas carbonizados en la carretera. Los forenses han comenzado a identificar a las primeras víctimas y han encontrado un patrón muy claro: coches carbonizados, atrapados en el asfalto y con familias en su interior.

 

La imagen de la zona es desoladora tras el infernal incendio desatado el sábado. Los bomberos seguían combatiendo el domingo por la tarde las llamas, mientras a pocos cientos de metros algunas personas deambulaban desvalidas y desesperadas en pueblos arrasados.

Algunos coches se encuentran empotrados en otros, como testigos silenciosos del pánico que debió vivirse. Una jubilada que consiguió escapar de uno de los vehículos relata cómo vivió su huida ante las cámaras de la televisión RTP: «Todos los coches ardieron de pronto, también el nuestro. Mi marido y yo ya nos habíamos encomendado a Dios. Pero de alguna manera conseguimos abrir la puerta y salir corriendo a través de pinos caídos».

Luis Antes, un empleado de banca de 55 años, relató que «toda la zona fue engullida por el fuego en tan solo diez minutos. Tratamos de ir hacia un lado y luego hacia otro, pero las llamas estaban por todas partes», rememora. «Al final dejé mi coche y me metí en el de mi hermano y decidimos probar suerte y traspasar la oscuridad del humo y las llamas», explica.

En esa misma carretera también siguen conmocionados Luisilda Malheiro y su marido Eduardo Abreu, un agricultor de 62 años que todavía no se cree lo que acaba de vivir. Ellos están vivos, pero no saben nada de sus vecinos, a los que vieron huir de su pueblo, Pobrais. Abreu explica que la violencia de las llamas era algo «incomprensible. Nuestra casa está todavía allí, pero lo hemos perdido todo, además de a nuestros animales», explica con lágrimas en los ojos.

«¡Qué tragedia! La casa de mi abuela quedó arrasada», lamenta António Pires en el pueblo de Vila Facaia, de 580 habitantes. A sus 40 años, este hombre tenía que tragar saliva antes de poder continuar con voz temblorosa: «Cuatro de mis allegados y vecinos murieron por la noche. También murieron decenas de perros, cabras, vacas, conejos y otros animales», explicó Pires.