Mientras El Salvador se ha convertido en el primer país centroamericano en erradicar la malaria o paludismo, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), y uno de los que mejor ha manejado la pandemia y actuado a tiempo para contrarrestar los daños de las lluvias en las cosechas agrícolas, estas tres situaciones continúan descontroladas en las naciones en las que se ha comenzado a aplicar la vacuna contra el COVID-19.
Así lo revelan diversas fuentes nacionales e internacionales, que siguen cuidadosamente la evolución del tratamiento contra la malaria, el coronavirus y los efectos de las tormentas Amanda, Cristóbal, Eta e Iota, que afectaron la región centroamericana entre mayo y noviembre del año pasado.
El Gobierno de El Presidente Nayib Bukele se anticipó con una serie de medidas, como el cierre de fronteras, del Aeropuerto Internacional y la aplicación de protocolos de bioseguridad para controlar la proliferación del virus.
En el caso de los daños a las cosechas, el Ministro de Agricultura, atendiendo instrucciones del Mandatario destruyó pequeños focos de langostas que ingresaron al territorio, y que ponían en peligro los cultivos, pero también tomó acciones ráídas para recuperar la producción agrícola fue dañada total o parcialmente por las tormentas.