La noticia del asesinato del ex primer ministro japonés, Shinzo Abe, a plena luz del día, el viernes, ha provocado un estupor, no solo en Japón, sino en el mundo entero, que siempre han asociado al país con una tasa relativamente baja de crímenes y un estricto control de armas de fuego.
Japón, con 125 millones de habitantes, tuvo apenas 10 casos penales relacionados con armas de fuego el año pasado, con un saldo de un muerto y cuatro heridos, según la policía. Ocho de los casos estaban ligados a pandillas. Tokio no registró ni un solo incidente armado, ni heridos ni muertos durante ese mismo año, aunque se incautaron 61 pistolas.
Los crímenes fatales generalmente son con cuchillos. El debate sobre el derecho de portar armas de fuego es un asunto de la menor importancia desde hace décadas.
“El pueblo japonés se encuentra en estado de shock”, dijo Shiro Kawamoto, de la Facultad de Manejo de Riesgos de la Universidad Nihon, en Tokio.
Nota completa: Crímenes fatales en Japón rara vez involucran armas de fuego