Los nombres de los presidenciables son muchos. Gerson y Hugo Martínez por el lado del FMLN tienen un coqueteo de larga data con el sueño de ser presidente. Por ARENA, figuras como Ana Vilma de Escobar y Mauricio Interiano suspiran continuamente con el máximo cargo de la República. Pero, para los salvadoreños, sólo hay dos candidatos posibles: el popular alcalde de San Salvador, Nayib Bukele, por el FMLN; y, por ARENA, el exitoso empresario Carlos Calleja.
Aunque tienen muchas similitudes, ambos son jóvenes empresarios, con «sex appeal” y con una gran influencia mediática, ambos parten de contextos totalmente distintos. Para ganar, Calleja necesita tener de condición una ARENA graníticamente unida. La condición de Nayib es mantenerse alejado de su partido y seguir cercano a la gente. Y en ese camino, hay un punto crítico que marcará la carrera de ambos: la elección por la alcaldía de San Salvador.
Una victoria arrolladora de Bukele en su reelección lo catapultaría hacia la línea de meta de cara a las presidenciales. Ya, de lejos, es la figura política más importante del país y es toda una estrella en redes sociales. Una nueva victoria lo consolidaría entre los jóvenes y entre los habitantes del área metropolitana de San Salvador, dos públicos indispensables para cualquiera que aspire llegar a la silla presidencial. Su único escollo es que la línea dura de su partido reconozca que es el factor indispensable si quieren mantener el poder.
Para Calleja la elección de San Salvador es un enorme reto. Nadie duda que su familia ha sido importante para ARENA como financista, pero entre las bases no es conocido, no tiene estructura territorial propia y, sobre todo, experiencia política. Para llenar esos tres requisitos está obligado a trabajar en esta próxima campaña con los candidatos a diputados y alcaldes de todo el país; y, obligatoriamente, con el candidato de ARENA por San Salvador.
Calleja debe de trabajar codo a codo con cualquiera que sea el candidato de su partido por la capital, recorrer la ciudad, acompañar su discurso, respaldar su propuesta y abrazarlo en la foto. De ganar, automáticamente entrarían a lo más alto del Olimpo juntos. De perder contra Bukele, empezaría desde el más profundo de los infiernos.
Está demostrado que los salvadoreños no perdonan a los perdedores. Por lo tanto, Nayib deberá ir al super y conquistar los votos que están en la Escalón; y Calleja tendrá que dejar la comodidad de sus supermercados e ir a los mercados a tratar de conquistar al grueso de la gente.
En el 2018, San Salvador, la joya de la corona, brillará aún más.