El apoyo de la figura de Fidel Castro en la Guerra Civil de El Salvador dio como resultado la unión de las fuerzas guerrilleras dispersas en el territorio nacional para formar el histórico Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN), en 1980.
El Salvador se convirtió en un escenario geopolítico de gran relevancia para el conflicto Este-Oeste que se gestaba durante la Guerra Fría entre el bloque capitalista, impulsado por Estados Unidos, y el bloque socialista, con la URSS y Cuba como mayores representantes en el mundo y en Latinoamérica respectivamente.
Impulsado por el triunfo de la Revolución sandinista de julio de 1979, Castro apoyó decididamente a la dispersa guerrilla salvadoreña que actuaba en la clandestinidad buscando pasar a la lucha armada.
Sin embargo, la influencia castrista en El Salvador se limitó a un apoyo económico y logístico, pues el propio Castro se negó a enviar tropas cubanas a territorio salvadoreño para no dañar la autenticidad del movimiento revolucionario.
El apoyo recibido por el FMLN vino principalmente de los gobiernos socialistas de Cuba, Nicaragua y de la desaparecida URSS; mientras, el Gobierno recibía el apoyo de los Estados Unidos a través de una millonaria asistencia militar y económica.
“Fidel siempre tuvo la visión de que era necesario arriesgar un poco más. Obviamente había un interés para la isla de no estar aislados: que en la medida en que se había triunfado en Nicaragua, El Salvador podía triunfar y después Guatemala, y entonces ampliar la revolución latinoamericana”, indicó el excomandante del FMLN, Juan Ramón Medrano, a una la agencia AFP.
Sin embargo, los planes de Fidel Castro se vieron frustrados cuando en 1992 El FMLN y el Gobierno de El Salvador firmaron los Acuerdos de Paz. De esta manera el histórico FMLN pasó a ser un partido político, esto decepcionó a varios comandantes y simpatizantes del FMLN que terminaron por desertar las filas del movimiento.