Los restos del joven salvadoreño, fueron encontrados el pasado sábado 8 de febrero por un grupo de cazadores en el desierto de Texas, abajo de varios árboles secos, lo que supone que el joven universitario buscó la sombra para descansar entre el desierto, según lo supone su familia.
El joven inmigrante, Rodrigo Eduardo Rivas Renderos, de 23 años, soñaba con ser ingeniero, terminó sus estudios en el plan de básica y luego inició su carrera de ingeniería en la Universidad José Simeón Cañas, UCA. En su cuarto año de estudio, Rodrigo dejó la universidad tras ser amenazado por las pandillas. Los problemas de la amenaza crecieron hasta el punto que no tuvo otra opción, más que la de huir del país.
Emprendió su viaje una madrugada de septiembre de 2019, en compañía con otro grupo de salvadoreños y un coyote que había contratado su familia a un costó de $14,000, con la promesa que llegaría «rápido, seguro y sin tanto obstáculo» hasta Estados Unidos.
Esa fue la última vez que la madre supo de su hijo, no volvió a tener comunicación con el inmigrante. Era septiembre de 2019. Días después la madre preocupada, emprendió la búsqueda junto a un grupo de personas que pertenecen al grupo de «Ángeles del Desierto», quienes se dedican a ayudar a personas que pierden a sus seres queridos en estas circunstancias, pero no tuvieron éxito, hasta 5 meses después que fue encontrado por el grupo de cazadores.
Los altos indices de criminalidad que dejaron los gobiernos anteriores han sido el resultado de que personas asediadas por la delincuencias de las pandillas, opten por migrar del país, buscando paz y tranquilidad; pese a ello los diputados siguen atrasando los fondos del Ejecutivo que tienen como fin devolverle la seguridad a los salvadoreños para que no opten por migrar del país.
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