Cardiff, una pequeña pero hermosa ciudad -la capital de Gales- fue el escenario del quizás el evento más importante en su historia: el encuentro deportivo entre la Juventus y el Real Madrid.
De fútbol hablaban todos, niños, jóvenes, ancianos, mujeres, hombres; de aquí, de allá, desde la China hasta por supuesto El Salvador.
Ante todo, el juego de la Juventus y del Real Madrid fue el tema principal. Cánticos, música, escenarios de primer nivel y una vista impresionante de la bahía que lleva su mismo nombre, misma que ostentó tener el puerto de carbón más grande del mundo a inicios del Siglo XX.
La fiesta futbolística agarraba más fuerza con tanto pronósticos, partiditas de cinco para cinco entre aficionados al medio de la plaza que alberga el fan fest, invitados especiales de la talla de Luis Figo, Marco Materrazzi, Ryan Giggs o Roberto Carlos.
Medios de comunicación de todos los rincones, un par de cervezas cortesía del patrocinador oficial, entre amigos y desconocidos, quienes seguramente luego se convertirán en camaradas. Esto y más fue la fiesta previa al partido más importante del año.
Pero hay otro elemento fundamental que todos pudimos sentir, mismo que merece la pena dedicarle este artículo. Pocos quizás se tomarán la molestia de escribir sobre ello: el Cardifiano.
Con poco más de 350 mil habitantes, no cabe duda que el compromiso que cada uno de ellos adquirió desde el momento en que la UEFA los nombró sede de esta final, fue el de brindar a todos sus asistentes el mejor de los tratos y la mejor de la experiencia y calidez humana que se pueda obtener.
Mientras hacíamos fila para ingresar a una de las zonas experienciales que el comité organizador puso a disposición de sus asistentes, se acercó a nosotros una voluntaria oriunda de la ciudad, con 60 y tantos años -según pudimos calcular- y quien sin dudarlo inició una conversación con un caluroso saludo y diversas preguntas que rodeaban sobre cómo estábamos pasando el día.
Entre la plática surgió un comentario que nos llamó mucho la atención: “Cuando supimos que íbamos a ser sede, nos reunimos todos, y sabíamos que no éramos la ciudad más grande, ni tampoco la ‘mejor’, pero queríamos ser recordados como la más amable de todas”.
Más tarde, a las afueras del Estadio Nacional de Cardiff, campo en donde se jugaría el encuentro del día siguiente, se nos acercó un guardia de seguridad, con toda la pinta de ser exmiembro de alguna fuerza especial, y de quien pensamos lo hacía para llamarnos la atención por algo que hubiésemos hecho.
Para sorpresa nuestra, Robert, nombre con el que se introdujo de la forma más atenta, nos hizo un par de preguntas, las mismas que nuestra primera protagonista, dijo, con una tremenda sonrisa en el rostro, tener el sueño de poder ver algún día un partido del Real Madrid en el Santiago Bernabéu con su hijo. No pudimos hacer otra cosa que invitarlo a estar pendiente de los próximos encuentros, intercambiando direcciones de correo y número de teléfono, para devolver en su momento tanta hospitalidad recibida.
Antes de agradecerle, le pedimos si podíamos dejar constancia de lo antes relatado con una foto. La tomamos y continuamos el recorrido para conocer más de Cardiff.
Nuestros últimos dos personajes vienen juntos, Glyn Hunt, un anciano con 80 años cuanto menos y toda la historia del fútbol galés en su cabeza, quien durante nuestro almuerzo del tradicional “fish and chips”, nos habló desde “Paco” Gento, Puskas y Di Stefano, hasta Ian Rush y Gareth Bale, dejándonos la frase: “Si para ustedes Bale es bueno, no saben lo que era Rush. Bale podrá ser el príncipe de Gales, pero Ian Rush es el Rey”.
Y el siguiente, a quien cometimos el error de no preguntar su nombre, que luego de saludarnos con un “hola”, en español casi perfecto, nos asombró al contarnos ser amigo íntimo de Carlos “El Famoso” Hernández, exboxeador salvadoreño.
“En El Salvador hay un club de fútbol que lleva el nombre de un boxeador Argentino, Luis Ángel Firbo creo que se llama”. La única corrección que hicimos en toda la historia fue la de cambiar la “B” por una “P” y más nada. Vaya casualidad encontrar a más de 7 mil kilómetros a alguien que sepa tanto sobre el deporte en El Salvador.
Una mención honorífica a los demás voluntarios de la ciudad, que por la noche del tres de junio, en la estación central luego de concluida la final, nos regalaron mantas térmicas a todos los aficionados que padecíamos de frío, y hasta uno que otro dulce, chocolate y paleta mientras esperábamos nuestro tren.
Cardiff será recordada por muchos como la sede de la Final de la Liga de Campeones de la UEFA 2017, por otros como el lugar donde el Real Madrid hizo historia al ganar su segunda Champions consecutiva, y para mí, Oscar Silva, quien escribe este relato será todo lo anterior y le añado la calidez de la ciudad más amable de Europa.