El descubrimiento se produjo luego de un estudio de la arqueóloga, Michelle Toledo, realizado desde junio pasado, en un terreno próximo a un sitio arqueológico en el poblado de Quelepa, municipio del departamento de San Miguel, donde se pretende desarrollar una urbanización.
Las piezas encontradas alrededor de las osamentas, se explican porqué «el paso al inframundo era una situación complicada», debido a que los nativos suponían que se enfrentaban a sufrimientos en el más allá, por lo cual sus allegados les colocaban provisiones.
El entierro es considerado «aislado» por cuanto no estaba asociado a una zona de sepulcros y no formaba parte de un contexto de ofrenda hacia una estructura prehispánica.
Entre el material asociado al entierro se encontraron otros cuatro cuencos, dos vasijas y una mano de metate que corresponderían a la antigua fase Uapala (500 a 400 a.C.).
Foto: Marvin Recinos