Hubo muchas críticas y burlas, por la proyección del último capítulo de Dragon Ball Z en la plaza del Salvador del Mundo. Creo que es la primera vez que veo que una batalla de Gokú se transforma casi en cuestión de estado por parte de algunas páginas con vínculos a partidos políticos. La burla más frecuente era la que trataba de tontos a los asistentes, porque a la hora de la proyección ya el capítulo podía descargarse del internet.
Es fácil criticar y burlarse desde la comodidad de una casa u oficina con computadora, con internet, con acceso a cable o netflix. Pero para un joven que trabaja y le pagan a lo mucho $10 el día, que se revienta el lomo vendiendo sorbetes de carretón, panes chorriados, tarjetas prepago, de asistente a mecánico o de albañil, que nunca ha salido del país, que no sabe lo que es ir al cine, que no puede ir a la cancha porque el palabrero de la colonia le va pegar un par de balazos solo porque su familia no pagó la renta o porque no quiere entrar a las maras…. posiblemente es su primera oportunidad de sana diversión en semanas.
Respeto que usted no considere a Dragon Ball como algo cultural o que lo considere algo trivial. Pero si tan absurdo le parece la pelea de Gokú, porqué no fue entonces al concierto de jazz en el parque Libertad que se daba unas horas antes o porqué no asistió junto con su familia a la vigilia de Monseñor Romero en la plaza Barrios, enfrente de Catedral. Otra opción era haber ido a leer un libro a la biblioteca del mercado Cuscatlán. Incluso, ayer hubo una obra de teatro impulsado por una organización pro mujer en el Teatro Nacional. Por primera vez en años hubo una oferta cultural amplia, pero algunos pocos lo que escogieron fue criticar.
El problema no es Gokú, ni que le gente haya gritado al éxtasis con el “kamehameha” contra Jiren. Que eso no sea “cultura”. El problema es que cuando se critica por criticar, cuando se critica porque hay un partido con una ideología detrás que gobierna mi lógica, cuando se politiza todo, es que dejamos de ver lo más importante: la resurrección de los espacios públicos de la capital, que vuelven a latir con la presencia de las generaciones más jóvenes, con la asistencia de los que ya estamos hartos de lo mal que nos han gobernado, de los que hemos dejado de creer en los partidos políticos tradicionales, de los que creemos que un mejor futuro es posible.
Incluso, si su ideología es diferente, no está mal se hubiera sentido patriota escalando el volcán de Santa Ana. La idea de escalar el coloso de Santa Ana no fue mala, implica muchísimas connotaciones positivas. Pero no, para algunos es más fácil criticar.
Burlarse de Gokú, criticar la proyección en el Salvador del Mundo, es burlarse de la pobreza en la que viven la mayoría de nuestros jóvenes, es burlarse de su falta de oportunidades para divertirse, es burlarse de la inseguridad en la que viven, estudian y trabajan. Como lo repito, desde su casa u oficina con internet es fácil hacerlo. Estoy seguro que miles de jóvenes del interior del país, de Santa Ana, San Miguel, Chalatenango, incluso de lugares más cercanos como Apopa, Quezaltepeque, Soyapango, San Martín hubieran querido estar ahí.
Cada espacio público recuperado, iluminado, con la presencia de los salvadoreños caminando tranquilamente es un epicentro menos de delincuencia y del crimen organizado. Y eso debe de celebrarse. Este fin de semana, después de muchos años, hubo muchas opciones, pero criticar lo bueno – venga de donde venga – no es una de ellas.
Nosotros, las nuevas generaciones, estaríamos felices de que Vegeta les llamara “insectos’ a todos en las cúpulas de las partidos políticos y de unirnos en una enorme “genkidama” y lanzarla contra la Asamblea Legislativa y el TSE, de tomarnos una Semilla del Ermitaño y que este país resurgiera después de tantos golpes y fracasos.
¡Gokú, vení en nombre de El Salvador y llevanos en tu nube voladora a un país donde no haya políticos de ARENA y el FMLN diciendo idioteces!
P.D. Por cierto, la proyección del último capítulo de Dragon Ball Z fue un fenómeno público desde México hasta Sur América, incluso un alcalde del partido ARENA lo pasó en una plaza en La Unión, sólo acá en San Salvador pasó a convertirse en un punto de discusión gracias a las ideologías y dirigencias de siempre.