Los gobiernos del FMLN estuvieron marcados por la corrupción y la violencia de las pandillas. Bajo la administración del prófugo Mauricio Funes, no solo se respaldó la tregua con estos grupos criminales sino que se les otorgó la categoría de “Estado paralelo”, dándoles impunidad para cometer delitos en contra de los salvadoreños.
En recientes declaraciones, el ministro de Justicia y Seguridad, Gustavo Villatoro, aseguró: «El legado de Funes fue haber dado reconocimiento a una organización criminal y terrorista hasta convertirse en un Estado criminal paralelo». El ministro Villatoro explicó que la impunidad con la que estos criminales actuaban creó condiciones de un Estado paralelo controlado por pandillas.
De igual manera, se destaca que, bajo la gestión de Salvador Sánchez Cerén, El Salvador alcanzó un registro histórico de homicidios en 2015, encabezando la lista de las naciones más violentas y peligrosas. «El deshonroso 2015, con 106.3 homicidios por cada 100,000 habitantes, nos colocó como el país más violento del mundo, incluso de aquellos países que estaban en guerra. Eso era lo que el Gobierno de Sánchez Cerén llamaba en aquel momento Estado de derecho. Es mentira. Era el Estado criminal paralelo el que gobernaba este país», detalló el titular de Seguridad.
Al cierre de la presidencia de Funes, el número de pandilleros superó los 32,000, mientras que al finalizar la gestión de Sánchez Cerén había 75,000, según registros policiales.