La violencia en El Salvador fue uno de los principales problemas del país en las últimas décadas, siendo la raíz de muchas otras problemáticas del país, afectando la educación, la economía, el turismo y el acceso a la salud de parte de la población.
Sin embargo, con las estrategias de seguridad implementadas por el Gobierno del Presidente Bukele, estas problemáticas han sido resueltas, incluyendo la salud, cuyo sistema sufrió sin tener muchos reflectores, pues fue un problema ignorado por muchos salvadoreños y por las administraciones anteriores.
Cientos de trabajadores de salud fueron amenazados por pandilleros sin motivo, por lo que debían pedir traslados laborales, tardando como mínimo seis meses en lo que eran reubicados.
Además, se denunció que los pandilleros llegaban a unidades de salud principalmente en horas de la noche, para exigir grandes cantidades de medicamentos, dejando a la población inocente sin acceso a ellos; además, exigían -a base de amenazas- al personal que llegara a sus casas destroyer para atender a terroristas heridos.
Los salvadoreños que vivían en comunidades peligrosas no podían recibir atenciones en sus hogares, incluso cuando se trataba de adultos mayores y mujeres embarazadas, pues las pandillas no permitían el paso, además de amenazar con la muerte en caso de contrariar su postura.
En las jornadas de vacunación y otros servicios similares extramurales, el personal de salud debía pedir permiso a las pandillas para poder ingresar a las colonias, sin tener la certeza de que saldrían con vida luego de realizar sus tareas.
