El problema de las maras y las pandillas en Honduras ha traído varias consecuencias a lo largo de los años. Casas, cuarterías y lotes de terreno han sido testigos de la violencia de estos grupos, lo que ha obligado a muchos a huir o vender sus pertenencias en busca de seguridad y paz.
Mercado de bienes inmuebles
En San Pedro Sula, los barrios experimentan una crisis en el mercado de los bienes inmuebles, causada por la urgencia de escapar de la amenaza de las maras y pandillas. En muchas ocasiones, los residentes se ven obligados a vender sus propiedades a precios mínimos, lo que distorsiona la oferta y la demanda.
En muchas ocasiones, las viviendas se colocan en venta a precios de la mitad, o menos, del valor real. Estos inmuebles se comercializan como “gangas”. Fuentes anónimas han revelado que hay casas en venta por 150,000 lempiras, cuando el precio real alcanza el medio millón de lempiras.
Además, numerosas de estas viviendas y edificios se encuentran en estado de abandono. Inclusive, muchas de las estructuras físicas han sido utilizadas para ocultar drogas, armas y como sitios de tortura.
Experiencias de los hondureños
Algunas fuentes anónimas revelan:
«En nuestras colonias, vender las propiedades resulta complicado, ya no tienen el mismo valor y es difícil recuperar la inversión muchos de los terrenos han sido ocupados por pandillas. En mi caso, no tengo intenciones de revisar el mío, ni loco voy a mirarlo a la Kitur. Han pasado años desde que no lo visito, y si se pierde, que mejor se pierda», declaró un testigo.
Otro hondureño compartió que se vio forzado a abandonar su casa junto a su esposa e hijos. La decisión se fundamenta en un incidente previo cuando, mientras compartía con sus hijos afuera de la vivienda. fue víctima de un intento de asalto por pandilleros, conocidos incluso por ellos mismos desde hacía mucho, y que tenían entonces es control del sector Sina, en la Rivera Hernández.
«Una hermana de la iglesia a la que solíamos asistir le comentó a mi esposa que sus hijos estaban vinculados con bandas y que ya no podía controlarlos. Nos advirtió incluso que estaban planeando saquear algunas viviendas y despojar a los propietarios. Esa información actuó como una señal de alerta, y no dudamos en abandonar la que fue nuestro hogar durante más de 20 años», relató este hondureño sobre la situación.
Otras consecuencias de la presencia de las pandillas
La crisis en el mercado de bienes y raíces no es la únicas consecuencia que Honduras sufre a causa de las pandillas en sus comunidades.
En algunas zonas, nadie está abonando por el consumo de electricidad y se han acumulado moras de hasta 70,000 lempiras en algunas casas. Sin embargo, debido al control de las estructuras criminales, nadie tiene la capacidad de regular ni suspender el servicio.
En puntos más internos, los trabajadores encargados de la medición y facturación de los servicios de electricidad, agua, cable e internet evitan entrar.
Los camiones repartidores de alimentos de empresas reconocidas llegan únicamente hasta determinados puntos de los sectores, solicitando que los productos se trasladen por otros medios hasta su destino. En muchas ocasiones, hay un “impuesto” que estas empresas deben pagar a las maras.
La actividad comercial, también, experimenta un estancamiento, debido a presiones ejercidas por la Pandilla 18 por medio de extorsiones.
El transporte público también se ve comprometido, puesto que las rutas de autobús se restringen o desvían de ciertas comunidades. Inclusive, se piensa que la Pandilla 18 ha asumido el control de este rubro.
Finalmente, existe un estigma social que le cierra las puertas a hondureños provenientes de estas zonas que buscan empleo en otras zonas de la ciudad.