Ericka Nauceth Berríos de Cordón, de 43 años, jamás imaginó que tras 20 años cuidando niños y adolescentes en el ISNA, como parte de su profesión como Educadora, tendría que jugar su carta de mayor sacrificio.
Un día de mediados de marzo pasado, entregó turno en el Centro Infantil de Protección Inmediata, CIPI, en la colonia Costa Rica, de San Salvador y se dirigió a su casa en Ciudad Delgado, en donde la esperaban su esposo Julio Ernesto, su hija Ileana de 8 años de edad y su hijo Julio de 15 años.
La tranquilidad de su hogar se vio alterada cuando recibió una llamada telefónica de su jefa inmediata para que se presentara urgentemente a su lugar de trabajo para una asignación especial.
La tarea más difícil
Una menor de 16 años de edad, junto a su familia, fueron detenidos por policías y soldados en un punto ciego entre Honduras y El Salvador. De inmediato los adultos fueron llevados a cuarentena por el coronavirus en un lugar específico.
Mientras tanto, la menor fue remitida al Centro de Cuarentena Especializado en el CIPI, para su resguardo, protección y vigilancia por el COVID-19.
«Tuve que despedirme de mi hija Ilena, quien llorando me pedía que no regresara a trabajar porque sabía que no la vería por mucho tiempo», recuerda tristemente Ericka Nauceth.
Para poder cuidar a la menor de 16 años, Ericka tuvo que someterse también a la cuarentena, en donde a diario le toma la temperatura, le da alimentos, le lava su ropa y hacen oraciones juntas.
«Todos los días me levanto a bañarme, le lavo la ropa a la niña, desinfecto toda el área, le doy desayuno, almuerzo y cena y antes de acostarnos vemos televisión y le oramos a Dios. Yo ya la veo como a mi hija», afirma Ericka.
Con su familia, Ericka ha tenido que dar instrucciones desde su celular, por videollamada. «Tengo que explicarle a mi esposo cómo preparar el arroz, como hacer alguna sopa u otro alimento. Es bien difícil estar alejado de las personas que uno más ama», lamenta entre sollozos Ericka.
Sin embargo afirma que no cambiaría su profesión como Educadora del ISNA, ya que esto la ha traído muchas satisfacciones por servir a los menores y adolescentes.
«Mi mensaje ante ésta crisis es que nos encomendemos a Dios, que cuidemos a nuestras familias, que se queden en sus casas y que obedezcan lo que manda el Gobierno, porque la misma palabra de Dios lo dice», finalizó.