El Salvador retrocedió 23 posiciones y es considera un país más corrupto desde 2015, esto según el Índice de Percepción de la Corrupción (IPC) 2016 que la elabora Transparencia Internacional (TI), organización que elabora el ranking líder en materia de administración pública desde 1995.
El país ocupa ahora la posición 95 de la lista con solo 36 puntos de 100 posibles. Según el informe, las naciones clasificadas con un menor indice es porque no poseen un gobierno abierto, libertad de prensa, además de libertades civiles en deterioro y un sistema judicial en crisis.
El IPC que va de los menos corruptos a los más corruptos, se construye a partir de encuestas realizadas a personas que tienen acceso a información privilegiada o que deben lidiar habitualmente con funcionarios públicos, como empresarios y especialistas de distintos ámbitos.
En los primeros lugares destaca Nueva Zelanda y Dinamarca con 90/100 puntos, ocho escalones abajo se encuentra el primer país del continente americano, Canadá con 82/100. Para la región latinoamericana, Uruguay en el 21° y Chile en el 24° con 71 y 66 puntos respectivamente se posicionan con mucha diferencia del resto.
Por su parte, en la región centroamericana, Costa Rica alcanza la posición 41 con 58/100 puntos, seguido de Panamá 87° y 38 puntos, El Salvador 95°, Honduras 123° y 30 puntos, Guatemala con 136° y 28 puntos, Nicaragua 145° y 26 puntos.
«Las personas ya están cansadas de las promesas vacías de muchos políticos que aseveran que combatirán la corrupción, por lo que muchos optan por apoyar políticos populistas que aseguran que podrán cambiar el sistema y terminar con el ciclo de corrupción y prebendas. Sin embargo, lo más probable es que esto no haga más que agudizar el problema», alerta el informe.
El jurista peruano José Ugaz, presidente de TI, se mostró especialmente preocupado por el avance del populismo. «En países con líderes populistas o autocráticos —dijo—, a menudo vemos democracias que retroceden y un patrón alarmante de acciones tendientes a reprimir a la sociedad civil, limitar la libertad de prensa y debilitar la independencia del poder judicial. En vez de combatir el capitalismo clientelista, estos líderes, por lo general, instalan sistemas corruptos incluso peores».
«Solamente si existe libertad de expresión, transparencia en todos los procesos políticos e instituciones democráticas sólidas, la sociedad civil y los medios de comunicación podrán exigir que quienes están en el poder rindan cuentas por sus actos y será posible combatir con éxito la corrupción», concluyó Ugaz.