El pasado 11 de abril se celebró el día Mundial de la enfermedad de Parkinson. Un padecimiento progresivo y degenerativo que provoca rigidez o movimientos excesivos en el cuerpo.
En El Salvador se levantan mitos y verdades sobre el mal, algunas veces alimentados incluso por médicos de hospitales públicos y privados. De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), el Parkinson es una enfermedad que no tiene cura por su comportamiento a nivel cerebral ante la falta de producción de dopamina y que esta solo puede ser controlada con fármacos o con riesgosas cirugías cerebrales.
El padecimiento, como pueden pensar algunos, no es de tipo contagioso y a pesar que existen algunos indicios no se ha logrado comprobar si posee una base hereditaria, aseguran expertos internacionales.
El mal empieza a manifestarse en adultos mayores a partir de los 50-60 años, aunque también suele ocurrir, con menor frecuencia, en jóvenes de 20 a 30 años.
Sobre los tratamientos, la salud nacional refleja complicaciones en los sectores público, privado y en el mixto como el Seguro Social. Centros asistenciales privados han apostado desde hace nueve años por un tratamiento quirúrgicos con la estimulación cerebral profunda (electrodos implantados en el cerebro que envían impulsos eléctricos a las partes sistema nervioso), sin embargo la cirugía, además de su alto costo, no erradica de forma significativa el padecimiento porque siempre el paciente debe mantenerse con medicamentos.
Por su parte a nivel público, existes compuestos que controlan la producción de dopamina para frenar el proceso degenerativo de la enfermedad, sin embargo las medicinas tienen son caras y su existencia no es abundante. En el Instituto Salvadoreño del Seguro Social (ISSS), existe una mejor gestión de los fármacos, sin embargo no cuentan con el método de neurocirugía.
Actualmente, nosocomios privados mantienen campañas publicitarias promoviendo la cirugía como una salida importante para parar el Parkinson, sin embargo, no se presentan casos de éxito que destaquen la efectividad de la operación.