Nayib Bukele es con mucho el político más popular en nuestro país, según lo reiteran de manera consistente las encuestas sin ninguna excepción. Entre el resto de líderes políticos evaluados, tanto de izquierda como de derecha, sus competidores más cercanos están entre 20 y 30 puntos porcentuales por debajo de él.
En el plano de la lógica electoral, ese único dato coloca a Nayib Bukele en la condición de candidato presidencial natural, sin embargo en el plano de la realidad política esa posibilidad parece complicarse cada vez más. Esta situación pareciera la de un equipo de fútbol que tuviera a Leo Messi en su plantilla y prefiriera ponerlo en la portería y no en la delantera.
El motivo de esta evidente contradicción sin duda es complejo, y más que con cuestiones personales, se relaciona con el proceso crítico que actualmente vive El Salvador.
A estas alturas nadie puede negar que la palabra que mejor resume la realidad nacional es “crisis”, y que esta se extiende a las áreas más vitales como la seguridad pública, la economía, la salud, la educación, dado el nivel de polarización política y social y la gobernabilidad misma.
En este contexto se mezclan las señales más temibles con las más alentadoras. Si bien por un lado ha comenzado a revelarse la abrumadora magnitud de la corrupción que ha corroído y corroe a nuestras instituciones, por otro lado, vemos incipientes pero inéditos esfuerzos de lucha contra la impunidad.
Nunca antes en nuestro país la justicia había sometido a proceso a tantos poderes tradicionalmente intocables, independientemente de sus blindajes políticos o económicos, en uno u otro lado del espectro ideológico. Pero es esto mismo, lo que al nivel de las élites, agudiza las tensiones, los temores y las resistencias que intentan frenar el cambio.
En esta fase, la crisis se configura como el momento en que lo viejo no desaparece del todo ni lo nuevo emerge por completo, estableciéndose un equilibrio precario entre los lastres que nos jalonean hacia abajo y atrás, y los dinamismos que nos impulsan hacia arriba y adelante.
Es este tironeo entre tendencias contradictorias el que afecta y al mismo tiempo potencia, el liderazgo de Nayib Bukele, pues si bien la novedad de su estilo y de su propuesta política genera más entusiasmo en la gente, asimismo provoca rechazo entre las élites más tradicionales de derecha y de izquierda, ambas acomodadas y satisfechas en el status quo.
Los elementos de novedad de Bukele son los que explican sus altos y sostenidos índices de popularidad. En sentido inverso, el apego a las prácticas tradicionales negativas y la resistencia práctica al cambio, aunque en el plano puramente retórico se diga lo contrario, es lo que determina los raquíticos niveles de aceptación de todas las fuerzas partidarias y de sus líderes sin excepción alguna.
Entre esos elementos de novedad, como la preponderancia del enfoque cultural como factor de solución a problemas estructurales, destaca una clara independencia de criterio sostenida a pesar de “los costos políticos” consecuentes. Pero pocas virtudes cívicas son tan apreciadas por la gente como la disposición a mantener esa independencia a pesar de cualquier represalia. Sobre este punto, Bukele no ha dejado ninguna duda. Un ejemplo es su crítica ante algunas decisiones de su propio partido y su gestión de gobierno.
Una crítica que perfila un programa político
¿Pero qué es lo que Nayib Bukele crítica? Él mismo lo explicó en una entrevista concedida a Megavisión el pasado 28 de noviembre, de la cual vale la pena citar algunas de su frases, sobre todo porque traslucen una posición y un programa. Decía Bukele:
“Tú ves aquí a la gente haciendo colas en el Rosales, un hospital que literalmente se está cayendo y en el que no hay medicinas… Ves aquí niños durmiendo en la calle… Aquí se nos están cayendo las escuelas… Aquí tenemos una de las tasas de homicidios más altas del mundo, 13 homicidios diarios…»
“Lo que impulsa el FMLN desde el gobierno son políticas más bien neoliberales… Medidas como quitar subsidios (a la energía y al gas) son medidas de corte derechista. Ahora quieren duplicar el impuesto al FOVIAL, y yo estoy en contra de eso porque siempre se carga al pueblo… Lo que ha estado haciendo el gobierno es castigando a la clase media con impuestos tras impuestos, que claramente son impuestos regresivos.»
“Es un desastre económico, y no me refiero solo a este gobierno, en los últimos 30 años ha sido un desastre económico. En los años noventa ARENA puso el IVA al 10 % y dijeron que el IVA solo afectaría a los de arriba, pero un par de años después ya extendieron el IVA a la canasta básica, y poco después incrementaron ese impuesto al 13%, y ahora ya se está hablando de volver a incrementarlo.»
“Hay otro montón de impuestos dirigidos a la clase media e incluso a las clases más bajas, como el impuesto a la telefonía, y eso no me parecen políticas de izquierda… Se quitó el subsidio a la energía eléctrica, y se lo van a quitar a más de 120 mil familias, cuando las finanzas del Estado deberían enfocarse a fortalecer a los sectores más desprotegidos.»
“Y esto se da en un país donde tenemos más de mil 500 millones de dólares de evasión fiscal cada año. La CEPAL y otras organizaciones internacionales afirman que El Salvador es uno de los países del hemisferio occidental con más evasión fiscal. Sin embargo, en lugar de perseguir a los grandes evasores que son los que realmente tienen el dinero, se enfocan en cobrarle dos dólares a quien ni siquiera los tiene, y lo peor es que esos dos dólares no solucionarán el problema fiscal. Y ahí vemos el resultado: este gobierno prácticamente tiene que mendigar a ARENA para poder pagar sus obligaciones básicas.»
“Esta crisis en parte es culpa del desastre económico que nos dejó ARENA, y en parte por el actual bloqueo del partido ARENA para quebrar al país, pero en parte también por este gobierno que, se le advirtió en su momento que ARENA lo iba a hacer y no se tomó ninguna medida. Y ahora lo que se trata de hacer es tomar medidas desesperadas que básicamente es entregarle el poder a ARENA… Porque cuando el FMLN tiene ya siete años y medio en el gobierno, ya no puede seguir culpando a los gobiernos anteriores.»
«Lo que está pasando ahora es que la gente se está desencantando del FMLN pero no se están yendo para ARENA. Se trata efectivamente de una crítica dura pero razonable si se atiende a la realidad nacional. Y aun así, para dejar todavía más clara su postura política, Bukele enfatiza: “Falta muchísimo para que el FMLN esté a la altura de las aspiraciones del pueblo, pero es mi partido y es cien millones de veces mejor que ARENA”.
Queda claro entonces que, según Nayib Bukele, lo que no se ha consumado en realidad es el cambio prometido, un cambio político orientado al beneficio tangible de las mayorías populares.Y un programa basado en ese principio, es claramente ganador por cuanto convoca a esa mayoría. Sin embargo, el análisis sobre el caso Nayib no puede aún ser conclusivo en ningún sentido, puesto que aunque los tiempos políticos se están acostando, nada en ellos está escrito en piedra, y en ese sentido no se pueden descartar sorpresas.