Es bien sabido que el FMLN es historia -con todo el sentido de la palabra-, su fundación data de 1980, pero fue únicamente una transformación de las fuerzas de guerrilla que durante la guerra civil de El Salvador tomaron armas y con una gran fuerza de convencimiento prometieron liberar a la población de la injusticia social.
Sus estrategias incluían el reclutamiento de niños para hacer el trabajo sucio -su tamaño les facilitaba ingresar a lugares complicados para un adulto-, destruyeron grandes monumentos símbolos del avance del país, dañaron la conectividad y retrocedieron el desarrollo de El Salvador 40 años, todo para «liberar a la población de la injusticia social».
Pero nada es más injusto que convencer a los salvadoreños de dar su vida por su movimiento, para que cuatro décadas después sus líderes históricos se volvieran millonarios tras llegar al poder, un movimiento comunista con líderes millonarios.
El pasado 1 de mayo se celebró el Día Internacional de la Clase Trabajadora, el FMLN -ahora minoría- intentó regresar a su época dorada, convocando a miles de salvadoreños a protestar contra el Gobierno actual, sin embargo, su intento desestabilizador fue un rotundo fracaso.
A pesar de ello, el FMLN volvió a utilizar sus antiguas estrategias sucias, volvieron a utilizar niños y ancianos como mecanismo propagandísticos a cambio de dinero o comida; se volvieron a aprovechar de las necesidades de la población.
Sus militantes incurrieron en el vandalismo una vez más, pintando monumentos históricos, quemando pólvora prohibida, provocando accidentes por la manipulación del fuego, y por supuesto, llenando de basura las calles de San Salvador.
Las mentiras no se quedan atrás, desde el momento en que intentan vender que 100 mil personas se presentaron a las protestas se entiende que su percepción de la realidad nacional está totalmente distorcionada.
Nos quieren convencer que cambiaron, que se renovaron, que ahora es diferente, pero no se puede esperar un resultado distinto actuando igual toda la vida, dejando en evidencia que nada ha cambiado en el FMLN.
Pero no todo ha sido malo, si hay algo que podemos agradecerle al agonizante partido de «izquierda»es que fueron la gota que derramó el vaso del bipartidismo, para que el mismo pueblo que un día los acompañó en armas, los abandonara con democracia.