A estas alturas no hay quien no reconozca estas realidades: Las estructuras criminales autodenominadas maras y pandillas han sido desarticuladas y derrotadas; el control que llegaron a ejercer sobre buena parte del territorio nacional ha sido plenamente recuperado por el Estado.
Sin embargo, también es verdad que algunos pocos mareros o pandilleros dispersos y en fuga, ya en calidad de últimos remanentes, han logrado permanecer ocultos tanto en zonas urbanas como rurales.
Y si bien es cierto que, tanto por su condición residual como por el incesante asedio las fuerzas policiales y militares, carecen de todo poder intimidatorio, también que en el solo hecho de su sobrevivencia se incuba una amenaza potencial de al menos algún intento de reagrupación.
Entonces, para eliminar ese riesgo, y para consumar el golpe final y definitivo, nuestras autoridades ya han puesto en marcha una nueva subfase del Plan Control Territorial: Ofensiva. Considerando la alta efectividad mostrada a lo largo de toda esta guerra contra pandillas, no hay ninguna razón para dudar que el éxito de este esfuerzo será rápido y contundente.
Por: Geovanni Gáleas
@GaleasLibros