Afirmar que Nayib Bukele ganará en primera vuelta las próximas elecciones, a estas alturas es como decir que el agua moja o que la naranja es anaranjada. Una obviedad semejante ya no es punto de esfuerzo analítico: lo que está a la vista no se juzga..
Hace dos meses, a mediados de septiembre, escribí en este mismo periódico una columna titulada: “Calleja, del estancamiento al retroceso”, en la cual constataba que la multimillonaria campaña sucia contra López Obrador, en México, había tenido un grado de efectividad calculable en cero.
La consigna central de esa campaña sucia fue la siguiente: “López Obrador es un peligro para México”, y de esa base se desplegaban estas otras mentiras: “populista”, “antisistema”, “ateo” “corrupto y fracasado en su gestión como alcalde de la capital mexicana”, “oportunista que saltó del PRI al centrotroizquierdista PRD y después a una alianza o mezcolanza de derecha e izquierda llamada MORENA”.
Por supuesto, esa campaña sucia fue implementada en contra de López Obrador, por el llamado PRIAN, que es la suma del PRI y el PAN (los dos partidos que se habían alternado en el poder y que habían llegado a ser lo mismo), y fue orquestada por las televisoras, las radios, los periódicos, los tanques de pensamiento y las gremiales empresariales con más poder en aquél país.
La campaña de López Obrador, en cambio, se centró sobre todo en los medios alternativos, al punto que por eso acuñó su ya famosa frase: “benditas redes sociales”.
Pero con todos los poderes institucionales y fáctico en contra, López Obrador se mantuvo siempre arriba en todas las encuestas con un programa político basado en dos líneas maestras: fin total de la corrupción y gobernar en función de los intereses de la mayoría social, anunciando en ambas direcciones propuestas y compromisos puntuales.
El resultado ya es conocido: López Obrador ganó por abrumadora mayoría absoluta, y los partidos que lo calumniaron están ahora en franco proceso de desintegración.
A pesar de ese ejemplo tan contundente, los financistas y el candidato de ARENA, estando su campaña en fase de estancamiento muy a la zaga de Nayib Bukele, cometieron un gravísimo error de consecuencias completamente previsibles: contrataron al mismo estratega que diseñó la campaña sucia contra López Obrador, el hoy tristemente célebre español Antonio Sola.
El llamado rey de la campaña sucia les vendió a los areneros literalmente el mismo manual ya fracasado, al punto que solo sustituyó el nombre de López Obrador por el de Nayib Bukele. El resultado de semejante despropósito, reflejado de manera implacable en la última encuesta de la UFG, está a la vista de todos: Carlos Calleja pasó efectivamente del estancamiento al retroceso, en tanto que los números de Nayib siguen creciendo y consolidando la mayoría absoluta. Es cosa de sentido común o de lógica elemental: a procesos parecidos. resultados similares.