El acelerado deterioro del río Lempa, un afluente crucial para El Salvador, Guatemala y Honduras, llevó a los pobladores de sus alrededores a unirse para sanear sus aguas contaminadas y recuperar su fauna, informaron agencias internacionales.
«La situación que se vive es de emergencia», dijo a la AFP, Héctor Aguirre, el gerente de la Mancomunidad Trinacional Fronteriza Río Lempa, el principal ente autónomo que gestiona el río.
Durante una inspección en el naciente del afluente en Olopa, en el este de Guatemala, Aguirre explicó que «ante la ausencia de políticas estatales, las alcaldías de 45 municipios de los tres países están unidas para mitigar la contaminación».
Con la cooperación de la Unión Europea y Japón, la mancomunidad logró establecer tres plantas de tratamiento para procesar la basura de los municipios aledaños a la cuenca del Lempa.
El Lempa es una fuente de vida para las poblaciones por las que pasa: sirve para irrigar los sembradíos, alimenta plantas hidroeléctricas y abastece de agua de consumo a gran parte del territorio salvadoreño, donde está la mayor parte de su extensión.
La afluente nace en las montañas del municipio guatemalteco de Olopa a 1,500 metros de altitud, y sus 422 kilómetros recorren territorio de Guatemala (31.4 km), Honduras (31.4 km) y El Salvador (360,3 km), donde desemboca en el Océano Pacífico.
Pero a lo largo de todo su recorrido, el río recibe aguas negras, desechos de vertederos de basura a cielo abierto, los tóxicos residuos del procesamiento de café y químicos usados en la agricultura.
Ante el llamamiento de la mancomunidad, Yovany Guevara, de 49 años, estableció un beneficio ecológico para procesar el café y elaborar de su pulpa abono orgánico a orillas de La Quebradona, donde está el nacimiento principal del río Lempa, en Guatemala.
Rodeado de varas de bambú, este hombre alto y moreno lamenta que aguas abajo otros beneficios descarguen en el río las mieles descartadas del café, que asfixian a los peces. En su teléfono móvil muestra imágenes que registró una semana antes de peces que saltaban a la orilla del río por la falta de oxígeno.
Para evitar que la erosión de una ladera bloqueara el caudal del río, Guevara levantó un gigantesco muro de más de 13 mil neumáticos llenos de tierra donde cultivó maíz y frijoles y piensa sembrar girasoles.
Un kilómetro más abajo, el propietario de otro beneficio, Juan Carlos Cardona, dice que para disminuir la contaminación redujo la cantidad de café que procesa de 5 mil a 500 quintales por día.
«De siete años para acá hemos ido bajando la capacidad de recibir café maduro por el motivo de la contaminación (…) Hoy estamos recibiendo 400, 500 quintales por no contaminar tanto el río», explica el dueño del beneficio Agua Tibia.
Cardona construyó un sistema de canales que lleva los desechos a una fosa, pero su esfuerzo resultó limitado porque una pequeña corriente lleva los contaminantes al río Olopita, uno de los dos afluentes del Lempa.
El Lempa resulta estratégico para El Salvador, que tiene cuatro centrales hidroeléctricas que producen 38% de la demanda energética del país, y abastece de agua a 800 mil habitantes de 10 municipios metropolitanos.
Recientemente, la Comisión Ejecutivo Hidroeléctrica del Río Lempa (CEL), autónoma que administras las presas, lanzó el Proyecto Vida, que busca producir más de 3 millones de plantas y árboles para la reforestación de las cuencas del río Lempa y Torola.
La iniciativa surge como una línea de acción dentro de la nueva matriz energética que buscar implementar un modelo de energía limpia y amigable con el medio ambiente y cuyo programa estará basado en un modelo comunitario a través de mega viveros ubicados en las hidroeléctricas 5 de Noviembre, Guajoyo, 15 de Septiembre y el proyecto El Chaparral.