Christian Poveda, un fotógrafo y cineasta hispanofrancés, vivió una vida llena de peligros. Nacido en 1955 en Argelia de padres españoles exiliados de la Guerra Civil Española, Poveda había sobrevivido a múltiples conflictos bélicos en el mundo: desde la guerra entre Marruecos y el Frente Polisario en el Sáhara Occidental en los años 70, pasando por la invasión de Granada por parte de Estados Unidos en 1983, hasta las cruentas guerras en Irán e Irak en los 80, la guerra civil salvadoreña, y los interminables enfrentamientos en el Líbano. Sin embargo, su destino lo llevaría a un desenlace fatal, no en un campo de batalla reconocido, sino a manos de la pandilla Mara 18 en El Salvador.
La Infiltración en las Maras
Christian Poveda decidió documentar la vida de las pandillas en El Salvador, especialmente la Mara 18, con la esperanza de entender y exponer las raíces de la violencia juvenil que asolaba al país. En 2006, Poveda se instaló en Las Campaneras, un barrio en las afueras de San Salvador conocido por la presencia de la Mara 18. Durante más de un año, trabajó para ganarse la confianza de los pandilleros, mostrando una dedicación poco común en un periodista. Se diferenciaba de otros porque no buscaba imágenes sensacionalistas; él estaba allí para capturar la realidad de las vidas de estos jóvenes, atrapados en una espiral de violencia, narcotráfico y muerte.
Poveda se acercó a la Mara 18 con la convicción de que algunos de estos jóvenes aún podían ser salvados. Creía que, a un niño de 12, 13 o 14 años que recién comenzaba a integrarse en la pandilla se le podía ofrecer una alternativa, aunque sabía que era más difícil con aquellos que ya estaban profundamente involucrados en la violencia y el crimen. Su obra más reconocida, el documental “La vida loca”, es un retrato sin concesiones de la vida cotidiana de la Mara 18 y los desafíos que enfrentan sus miembros.
La Vida Loca
Filmado durante 18 meses, “La vida loca” presenta un crudo retrato de la vida en las pandillas. A través de la lente de Poveda, el público ve la pobreza extrema, la falta de oportunidades y la brutalidad que impulsa a muchos jóvenes salvadoreños a unirse a las maras. El documental fue bien recibido en festivales de cine y foros internacionales, donde se alabó la forma en que Poveda capturó la realidad sin adornos de la violencia pandillera y su impacto en la sociedad salvadoreña.
Sin embargo, el acercamiento de Poveda no estaba exento de riesgos. Aunque logró cierta confianza con los pandilleros, su trabajo también lo expuso a un peligro constante. El 2 de septiembre de 2009, Poveda fue asesinado a tiros cerca de San Salvador. Su cuerpo fue encontrado en una carretera rural, su asesinato inicialmente presentado como un posible robo, aunque las autoridades luego confirmaron que había sido un asesinato premeditado.
El Asesinato
La muerte de Poveda conmocionó a la comunidad internacional y a quienes lo conocían. Las investigaciones revelaron que había divisiones internas en la Mara 18, y se sospecha que algunos miembros de la pandilla lo consideraron una amenaza. Un agente de policía y colaborador de las maras, Juan Napoleón Espinoza Pérez, afirmó que Poveda estaba pasando información a las autoridades, lo que habría llevado a su asesinato.
El jefe de la Mara 18 en prisión, Nelson Lazo Rivera, conocido como «La Molleja» o «Fantasma», habría ordenado la ejecución de Poveda si se comprobaba que era un informante. A pesar de que Poveda había trabajado extensamente con las maras y había desarrollado relaciones dentro de la comunidad, la paranoia y las luchas por el poder dentro de la pandilla finalmente llevaron a su muerte.
El Legado de Christian Poveda
El asesinato de Christian Poveda puso de relieve la brutal realidad de las pandillas en América Central y el precio que se paga por intentar documentarla. Para muchos, Poveda era un héroe que había arriesgado todo para contar la historia de los jóvenes atrapados en el ciclo de violencia y pobreza. Su documental “La vida loca” sigue siendo un testimonio poderoso de la realidad de las pandillas y una llamada de atención sobre la necesidad de abordar las causas profundas de la violencia.
Luis Ángel Bellaba, productor de “La vida loca”, expresó que la utopía de Poveda era que la Mara 18 y la Salvatrucha llegaran a un acuerdo de paz en El Salvador. Sin embargo, señaló que «eso no les interesa porque la guerra es un negocio». En última instancia, Poveda pagó con su vida por su compromiso de dar voz a los que, de otra manera, permanecen en silencio.
La trágica muerte de Christian Poveda sigue resonando hoy en día como un recordatorio del peligro inherente de trabajar en zonas de conflicto y de la necesidad de valentía y compromiso para arrojar luz sobre las verdades más oscuras del mundo.