Ante la falta de espacio en los cementerios en China, las autoridades intentan dejar atrás la tradición de enterrar a los muertos en ataúdes con medidas gubernamentales de fomento a la incineración, o con prácticas como el decomiso y destrucción de los féretros.
Esta nueva disposición es una medida polémica, que claramente rompe una tradición, y ha iniciado a ponerse en práctica en la provincia de Jiangxi (sureste), cuyo gobierno ha prohibido enterrar a sus muertos como manda la costumbre y ha confiscado a la fuerza todos los ataúdes, según lo indica la prensa internacional.
Desde que se introdujo la medida en la zona, se han entregado voluntariamente unos 5.800 féretros y otros tantos han sido decomisados por las fuerzas de seguridad. Esta medida, ha sido calificada como bárbara e impopular, y ha creado una fuerte polémica entre la población que no entiende que los intereses económicos se pongan por encima de las tradiciones.