Las crisis y las divisiones internas no terminan en ARENA. Después de la traumática coyuntura de sus elecciones internas, ahora ese partido enfrenta otro problema con su alcalde de Ilopango, el Sr. Ruano. Un problema que no es nuevo, que viene desde que se hizo público el video en el cual, el alcalde Ruano junto a otro connotado dirigente de ese partido negociaron con las pandillas el apoyo de estas en la segunda vuelta de la elección presidencial.
Cuando se dio a conocer el video era el momento de resolver el problema de una vez por todas, pero decidieron no hacerlo. Consideraron que lo mejor era engavetar el caso, que el tiempo y el olvido se encargarían de la situación. Este es un error que con frecuencia se comete, creer que no hacer nada, que esperar a que corra el tiempo es la solución de los problemas. Los problemas y las crisis no se resuelven por si solas, al contrario, se agravan, se agudizan y se vuelven más complejos. Luego su solución es más costosa y dolorosa.
Ahora el partido ARENA enfrenta el dilema de que no hay solución sin costo y este es más alto que cuando el asunto se conoció públicamente. Ahora, cualquiera que sea la solución por la que opten esta tendrá un efecto negativo. Expulsar del partido a un alcalde que ha ganado en dos elecciones consecutivas le acarreará una pérdida de votos a ese partido, que no solo puede impactar en sus posibilidades de triunfo en esa municipalidad, también puede golpear su votación de diputados en el departamento de San Salvador y hacerle perder un diputado, al menos. Pero también, mantener en sus filas a un personaje que está desprestigiado y es vinculado a los grupos delincuenciales le puede generar pérdida de votos no solo en el departamento. Es difícil predecir con alguna certeza cuál de las dos decisiones es más costosa y dolorosa.
Todo este tiempo que pasó le ha permitido al alcalde Ruano atrincherarse en su municipio y buscar influenciar a otros alcaldes de su partido. El costo de expulsarlo es ahora mucho mayor. Ahora enfrentan un alcalde que reta a su dirección partidaria y es casi seguro que la obligará a negociar con él. El alcalde Ruano no concibe otra solución que no sea mantenerse activo en el partido y buscar su reelección en el 2018. Para ARENA los costos de esa “solución” son muy altos. El alcalde Ruano busca además ganar tiempo, acercar la decisión del partido lo más posible a las próximas elecciones, a sabiendas que en ese momento el costo de expulsarlo se elevará exponencialmente.
Pero ARENA no debe ver el problema únicamente en la balanza del costo beneficio. Hay en este problema un profundo sentido ético. Para ARENA también está en juego su credibilidad, su compromiso con el cumplimiento de la ley y con muchos valores que dicen profesar. Mantener al alcalde significa avalar sus actuaciones, muchas de las cuales pueden reñir con la ley y los principios éticos fundamentales. La credibilidad de los partidos políticos es muy baja, casi por los suelos. Mantenerlo abona en negativo a esa situación.
Por otra parte los tiempos no juegan a favor del partido, cada día que pasa nos acercamos a la próxima contienda electoral y como he mencionado antes, el alcalde podría jugar a arrinconarlos a los tiempos electorales. Por ello deben decidir rápido. Toda retardación de la decisión eleva y complejiza los costos para ARENA.
En todo esto hay una lección de fondo. Las malas decisiones, aunque en un momento pueden producir éxitos efímeros, a la larga son más contraproducentes. ARENA sabía, desde mucho antes que se hicieran públicos los videos, las andanzas de su alcalde, en ese momento lo consideraron ventajoso, buscaron sacarle provecho, apoyaron su reelección y ahora pagan las consecuencias.
De esta no saldrán ilesos. Pero están a tiempo de evitar que las heridas no sean mortales.