Suiza se despide de su secreto bancario en este 2017

Por Redacción UH

Suiza le dice adiós a su sagrado secreto bancario, el cual le ha permitido atraer fortunas durante décadas, pero que se había agrietado en los últimos años por la presión internacional.

El país helvético gestiona el 25% del patrimonio extranjero depositado en los 266 bancos con los que cuenta.

Suiza ha gozado durante años de un sistema bancario impenetrable ante los intentos de terceros de conseguir los datos de sus ciudadanos con cuentas en este país, pero a partir de este primero de enero de 2017, todo cambiará.

Empezará a reunir datos bancarios de clientes extranjeros en el marco del intercambio automático de información acordado con 38 socios de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE).

Suiza aceptó en 2014 sumarse al estándar global de la OCDE para no perder su estatus de plaza financiera internacional y en 2015 firmó un acuerdo con la Unión Europea (UE).

Aunque no comenzará a intercambiar los datos bancarios hasta 2018, en la práctica entierra ya en este 2017 el secreto bancario al iniciar los pasos necesarios para entregar la información de este ejercicio de sus clientes extranjeros el año próximo.

Se trata de un paso doloroso para un país tan orgulloso de su secreto bancario, que data de 1934.

Suiza es el líder indiscutible en la gestión de fortunas privadas de extranjeros, al copar el 25% de la cuota mundial de este negocio, según datos de la Asociación Suiza de Banqueros (ASB).

El mercado financiero aporta el 9,3 % al PIB suizo y el sector bancario genera 167.000 puestos de trabajo.

Gestiona fortunas por valor de $6,6 billones de francos ($6,1 billones de euros), de los que la mitad proceden del extranjero.

Ha sido de hecho la presión desde el exterior, sobre todo por parte de Estados Unidos, la que ha minado poco a poco el secreto bancario hasta conseguir levantarlo.

Suiza quiso evitar durante mucho tiempo tener que entregar datos de clientes estadounidenses a EE.UU., en una disputa que comenzó en 2008, pero cuando el Departamento de Justicia denunció al banco UBS y amenazó con retirarle la licencia en el país, no tuvo otra opción.

Era improbable que la entidad sobreviviera a la demanda y Suiza no podía permitirse dejar quebrar a uno de los bancos más importantes para la economía helvética.

En 2009 Suiza entregó los datos de 4.450 clientes estadounidenses a EE.UU., lo que supuso el principio del fin del secreto bancario.