Por Redacción UH

Cuando La Prensa Gráfica tuvo la peregrina idea de criminalizar un meme y pedir la judicialización de esa broma o chiste cibernético, el escritor Geovani Galeas publicó en este medio dos columnas de opinión en que ponía la cosas en su justa dimensión. UH replica ahora los dos artículo titulados La batalla de Nayib y La estrategia de Nayib.

 

La batalla de Nayib

por: Geovani Galeas

 

En las redes sociales todo usuario puede criticar o burlarse con mayor o menor sarcasmo del Papa, Barak Obama, la reina de Inglaterra o quien sea. Solo  tiene que tomar una imagen, alterarla en función de su objetivo y ponerla a circular en el ciberespacio. Esto  es lo que se llama un meme, y lo hacen y lo retoman para difundirlo cientos de millones de internautos a cada momento y en todo el mundo.  

Ni el Papa ni Obama ni la reina de Inglaterra, ni nadie en absoluto, han intentado procesar a ningún “memista” por más satírico que haya sido.

Pero resulta que aquí La Prensa Gráfica y el Diario de hoy, que atacan a Nayib Bukele un día sí y otro día también, ahora pretenden procesarlo porque habría hecho una suerte de meme de algunas de sus páginas, ¿pues qué otra cosa es alterar un determinado formato visual para formular una crítica o una burla de esos medios?

Además, todo lo que se viene a decir en el supuesto meme es que esos dos periódicos solo publican lo que conviene a los intereses de sus dueños, lo cual por otra parte es una verdad que ni siquiera merece ser discutida.

Si fue Nayib el autor del meme en cuestión no lo sé, pero quien haya sido se quedó corto. Lo verdaderamente grave sobre el profesionalismo y la ética de esos periódicos lo han dicho otros personajes no necesariamente amigos de Nayib sino, por el contrario, totalmente afines a esos dos medios. Y a las pruebas me remito.

El pasado 3 de febrero, el subjefe de información de LPG, Luis Laínez, escribió en su columna editorial lo siguiente: “La única irresponsabilidad en la cobertura de la tregua es de parte de El Diario de Hoy, que ha permitido que sus páginas hayan sido utilizadas por un vocero de las pandillas”.

Al día siguiente, Paolo Luers, columnista y miembro del consejo editorial de EDH, se da explícitamente por aludido como tal “vocero de las pandillas” y escribe:

“Las acusaciones contra los mediadores (de la tregua entre pandillas), tienen un gran impacto gracias a la irresponsable cobertura que le da La Prensa Gráfica. Los medios cometen el pecado de divulgar estas acusaciones como si fueran pruebas, cuando no son más que alegaciones de un par de criminales”. Y concluye:

“Aunque tengo que agregar que en EDH han caído en el  mismo error: Tomar una fuente, por ejemplo de la inteligencia policial o de testigos criteriados, y sin la más mínima comprobación por otras fuentes independientes, asumir como medio lo que ellos dicen, como si fuera una realidad comprobada”.

Pero hay que decir que, para colmo, el mismo día de ese cruce de tan graves y reveladoras acusaciones mutuas, que quizá pudieran pasar de lo anti ético a lo ilegal, ambos periódicos coincidieron en un artero intento de engañar a sus lectores, a la ciudadanía. Ese 3 de febrero, ambos medios publicaron exactamente la misma portada con el mismo gran titular: “El robo del siglo”.   

Y el hecho es que la verdadera estafa la estaban realizando ambos periódicos en alianza con ANEP y ARENA. Veamos lo que al respecto denunció el editorial de la UCA el día 5 de ese mismo mes de febrero, cuya lectura completa deja al descubierto la perversa alianza entre los tres sectores mencionados:

“Esas falsas portadas se publicaron sin indicar claramente que se trataba de un campo pagado y sin la firma correspondiente, violando así las reglas que los mismos periódicos han establecido para ese tipo de contenido. Sin embargo, el mismo día se conoció que la publicidad procedía de la Asociación Nacional de la Empresa Privada y que hacía referencia a la propuesta de ley sobre las pensiones, que presentará en los próximos días la administración de Sánchez Cerén”. Y agrega la UCA:

“Más allá de si en este caso se trata de un acuerdo interesado entre los medios y el cliente para atacar al Gobierno y desinformar, el problema de las pensiones merece ser tratado con seriedad y análisis riguroso, no ser objeto de campañas amarillistas y confrontativas (…) Pretender engañar a la población en un tema tan delicado, recurriendo a publicidad alevosa y antiética, es propio de quienes viven de espaldas a El Salvador y su gente”.

Fuertecitos los señalamientos de los intelectuales jesuitas, ¿no? Ahora se entenderá por qué digo no¿Ven por qué digo que quien haya realizado el meme atribuido a Nayib se quedó corto. Pero bueno, tampoco dramaticemos, puede que la operación conjunta de LPG y EDH no sea en realidad una estafa a la ciudadanía, sino simplemente un automeme, una autoclonación, un simple autotroleo, pues, nada que el Fiscal General deba investigar y judicializar.

Desde que comenzó el vertiginoso ascenso de su liderazgo, Nayib ha sido blanco de un constante y sistemático asedio por parte de poderosos sectores económicos, políticos y mediáticos asociados en una turbia trama de intereses comunes y afines a la derecha tradicional.

Idealmente, un líder político tiene que esforzarse en tender puentes y no en  dinamitarlos, en construir consensos y no en inflamar conflictos, ¿pero en el plano de la realidad qué puede o debe hacer un líder político si la campaña de desprestigio en su contra es tan orquestada, intensa e incesante?

La noción de que la política es un concurso de cordialidad y buenos modales, y de que en ella se puede avanzar y conquistar victorias sin necesidad de pelear, salvo quizá en Suiza y únicamente ahí, es muy poco realista.

Nadie ignora que la política es en muchos sentidos la continuidad de la guerra por otros medios, y que en consecuencia exige una clara y vigorosa estrategia de defensa y ataque. Nayib es un líder político nato y sabe esto incluso por instinto, sin necesidad de recurrir a ese admirable manual de realismo y pragmatismo político de ese genio incomprendido que es Maquiavelo.

No es casual entonces que, a pesar de esa insidiosa campaña de desprestigio desplegada en su contra, haya triunfado en las dos batallas más significativas que hasta ahora le ha tocado librar: la de Nuevo Cuscatlán y la de San Salvador.

A ese paso no es extraño que la tercera batalla, que sería la estratégica y que es la que más temen sus detractores, ya comience a prefigurarse en el horizonte.

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