Hoy se cumplen 28 años de la ofensiva «Hasta el tope», lanzada por el FMLN

Por Redacción UH

El 11 de noviembre de 1989, el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN) lanzó el más fuerte de sus ataques, con el objetivo de presionar al gobierno de la época a iniciar una salida negociada al conflicto armado, que se desencadenó a partir de la «ofensiva final» del 10 de enero de 1981.

Los ataques lanzados de forma simultánea por las fuerzas guerrilleras en las cabeceras departamentales, pero con mayor énfasis en la capital y  las ciudades de la zona metropolitana de San Salvador, iniciaron alrededor de las 8:30 de la noche de aquél sábado.

Todo comenzó poco antes de esa hora, tras un corto ataque rebelde a las instalaciones del cuartel de la desaparecida Guardia Nacional, sobre la Carretera Troncal del Norte, en la colonia Atlacatl; poco a poco fueron aumentando las explosiones y ráfagas de disparos sobre todo en la parte norte y oriente de la capital.

Las columnas guerrilleras centraron sus ataques en objetivos militares, incluyendo la 2a. Brigada de Infantería, más conocida como el Cuartel San Carlos al sur oriente de la Universidad de El Salvador, en donde días y horas previas habían introducido armas y explosivos para atacar.

Los puntos más fuertes de los ataques a las fuerzas regulares del ejército y de los cuerpos de seguridad se concentraron en Soyapango, Ilopango, la colonia Zacamil y alrededores, en Mejicanos, Ciudad Delgado, Ayutuxtepeque, Cuscatancingo, Apopa, San Antonio Abad y la colonia Escalón, donde los objetivos de la guerrilla eran los puestos de las llamadas Defensas Civiles, los cuales fueron copados rápidamente por los rebeldes.

Luego del ataque inicial, el silencio de la noche era interrumpido de forma esporádica por una que otra explosión o ráfaga de disparos, luego todo parecía volver a la calma, así transcurrieron las últimas horas de aquél fatídico 11 de noviembre.

Pero los disparos y detonaciones continuaron el domingo, mientras aviones y helicópteros artillados de la Fuerza Aérea disparaban sus metrallas contra las posiciones que mantenían los guerrilleros en edificios de la colonia Zacamil y sus alrededores y otros barrios y comunidades Cuscatancingo, Ayutuxtepeque, Delgado, Apopa y Soyapango, así como ciudades del interior del país.

Los combates continuaron, en medio de un toque de queda impuesto por el gobierno, de 6:00 de la mañana a 6:00 de la noche, pero el 16 de noviembre, cuando todo parecía que estaba siendo controlado por las Fuerzas Armadas de El Salvador, ocurrió un hecho que cambiaría la historia del país, los sacerdotes jesuitas de la Universidad Centroamericana (UCA) fueron asesinados aquella noche.

Del hecho, inicialmente la cúpula militar culpaba al FMLN, pero las investigaciones posteriores rebelaron que fue un comando de las Fuerzas Armadas las que ejecutaron la masacre que cobró la vida de cinco jesuitas españoles, entre ellos el entonces rector de la UCA, Ignacio Ellacuría, un sacerdote salvadoreño y la empleada doméstica y su hija.

 

Tras la ofensiva «hasta el tope», que dejó centenares de muertos tanto de las filas insurgentes como del ejército y cuerpos de seguridad, las fuerzas rebeldes lograron su cometido presionar al gobierno del entonces presidente Alfredo Cristiani para retomar el diálogo y la negociación de los Acuerdos de Paz, que fueron suscritos el 16 de enero de 1992, en Chapultepec, México, y que pusieron fin a una guerra de casi 12 años, que costó la vida a más de 75 mil salvadoreños y otros miles de desaparecidos.