Elecciones 2018

Por Redacción UH

Por Mario Cabrera

Los resultados electorales del 2015, reflejaron la carencia estructural de planteamiento político, de cambios reales en el rumbo del país, de nuevas políticas públicas, de rumbo estratégico, fueron una muestra de que la ciudadanía, sigue recibiendo “más de los mismo”.

Todos los partidos políticos continúan en crisis, mantienen a la ciudadanía, implementando políticas tradicionales, neoliberales y conservadoras, rigiendo siempre con su pensamiento y su naturaleza, vinculados al sub desarrollo de la historia, expresado en las contradicciones  negativas, plagadas de corrupción, transmitidas a la conciencia ciudadana que se encuentra paralizada y fragmentada, en medio de una sociedad polarizada y distorsionada, negándole a sí mismo la posibilidad de tener identidad y personalidad propia, así como la debida fraternidad, igualdad, libertad, democracia y dignidad. Por medio de esta lógica política, funcionan, trabajan, dominan e imponen, las fuerzas políticas del poder real en El Salvador.

La tendencia política generalizada, es la institucionalización de “la negación absoluta y sistemática del diálogo, concertación y negociación nacional, como la estrategia idónea y fundamental, para resolver los conflictos que agobian a nuestra sociedad, teniendo como ejemplo: la suma de diálogos fracasados, en todos los niveles sociales, específicamente en la forma política en que se abordan las soluciones a los problemas más graves del país. Pero la crisis de fondo se encuentra en la continuación de una conservadora y tradicional forma de hacer política; que somete a la sociedad a un estilo de convivencia llena de crueldad, con una carencia de sentido político de nación. En tal sentido, todo acuerdo político pasa por diseñar un nuevo proyecto, por resolver, mediante mecanismos institucionales, los dilemas que plantea el poder formal administrativo del estado en función de la construcción de una nación, que esté de acuerdo con su identidad y los beneficios que la ciudadanía desea tener.

Nadie quiere cambiar su forma tradicional de hacer política, tampoco admiten  errores, en fin, nadie puede entender, que el país necesita recuperarse de esta crisis, por eso es más que necesario extirpar a fondo el cáncer endémico que mata a pausas nuestra sociedad. Pero la esperanza de cambiar se encuentra muy lejos de la realidad, no es casual entonces que, para las elecciones de diputados y alcaldes del 2018, el país entero se prepara para recibir más de lo mismo; porque los partidos políticos preparan su estrategia electoral, para ganar mayoría de diputados, apoyados por el voto de las alcaldías, que jalan votos en favor de los diputados y que a partir de ahí puedan elegir a los magistrados de La Corte Suprema de Justicia (CSJ), al Fiscal General de la Republica (FGR), a los procuradores, de la República (PGR) y procuraduría para la defensa de los Derechos Humanos (PDDH) y otros asuntos que tienen que ver con la gobernabilidad y que necesiten del voto calificado con 56 diputados, también para tomar decisiones de segundo grado que necesitan del voto simple con 43 diputados.

ARENA cuenta con 35 diputados, 130 alcaldías y ocho cabeceras; el FMLN, con 31 diputados, 86 alcaldías y tres cabeceras; GANA, con 11 diputados, 20 alcaldías y dos cabeceras; el PCN con seis diputados, 18 alcaldías y un cabecera; el PDC con un diputado y seis alcaldías; el CD y el PSD cuentan con una alcaldía cada uno. Así las cosas, los dos partidos mayoritarios están más que obligados a dialogar, concertar y negociar, antes, durante y después de las elecciones, con los partidos políticos, con menos diputados, alcaldías y cabeceras departamentales. Porque solo en bloque podrán lograr ganar 56 diputados, más de 180 alcaldías y arriba de 10 cabeceras departamentales. Para lograrlo, los partidos mayoritarios deben ganar no menos de 35 diputados, GANA, a ganar 14, el PCN a ganar siete, el PDC, a más de un diputado.

Un bloque de partidos políticos, con autonomía e independencia, de acuerdo a la correlación de fuerzas de cada uno, que surjan de un acuerdo, con una agenda de país, para un  proyecto de nación, ofreciendo al pueblo una situación política diferente. En caso contrario los resultados del 2018, serán siempre, más de lo mismo. Todo depende de la campaña que se lance por cada uno de los partidos políticos, atrayendo a la población votante sin compromisos políticos y libres de campañas terroristas.

Esta estrategia tiende a marginar, a los partidos más pequeños que apenas tienen una alcaldía cada uno y otros que no cuentan con nada. Pero se pueden colar al menos ganando, aunque sea un solo diputado. Los partidos políticos deben desmarcarse para no caer en la estrategia de crear terror, de fetiches malcriados y no caer en la trampa de generar más polarización, con disputas baratas, bromas y memes de mal gusto. Agregando que su estrategia acerca de las alcaldías debe contar con un perfil y diseño, de llevar líderes de los municipios, que ganen votos para sumar a los diputados. La estrategia electoral depende de una buena campaña con mucha madures y una buena visión política.